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Dos cetros de otro mundo

  • Rudisha enmarcó con récord mundial el 800 más rápido jamás visto para emular a Bolt, el ser más veloz del planeta, que venció en el 200 · Waterpolo, plata, y lucha, bronce, preseas hispanas

Dos reyes de un mismo imperio con la venia de Isabel II. Dos atletas sobrehumanos, dos portentos, dos figuras mundiales, dos hombres irrepetibles en el planeta, dos premios Nobel de la velocidad; sí, de la velocidad. David Rudisha y Usan Bolt vuelan. El keniano puso boca abajo el estadio de Stratford en la carrera más potente, más espectacular, más rápida que jamás se había visto hasta este 9 de agosto que quedará enmarcado en la historia olímpica con el récord mundial, bajando del 1.41,00: 1.40,91. A la gesta del africano le siguió el hito del caribeño, sublime en el 200 para conseguir el doblete, como en Pekín, y demostrar que estos atletas son de otro mundo. El keniano está destinado a bajar de los 100 segundos en las dos vueltas al estadio y al jamaicano, quién sabe, le quedan hazañas por hacer todavía.

Rudisha va por libre, como Bolt, hegemónicos por cuenta propia. No necesita ayuda ni liebres ni nada. Desde el pistoletazo de salida instaura una tiranía insorportable para el resto. Impuso un tren inalcanzable y convirtió la final del 800 en la más bella de siempre, con el botsuanés -no sólo hay elefantes allí, don Juan Carlos- Nije Amos pulverizando el récord júnior con el mismo registro que Sir Sebastian Coe, presidente del comité organizador de estos Juegos, convirtió en plusmarca mundial en 1981. Los ocho finalistas bajaron del 1.44, siendo último el británico Osagie con 1.43,77, tres centésimas más que el récord nacional que Kevin López le quitó a Antonio Reina hace unas semanas en Mónaco.

A Bolt, el hombre bala, compartió honores con sus dos compatriotas en el podio: Blake, el llamado a la sucesión no se sabe cuándo, y Weir. Tuvo el detalle el puma caribeño de parar el crono en 19,32. Es decir, no bajó sus récord mundial ni olímpico, pero igualó el tiempo que un grande, Michael Johnson, colocó como el más rápido de la distancia en los Juegos de Atlanta 96. Hasta para eso tiene mano Usain. Oro (19,32), plata (19,44) y bronce (19,84) para el país del reggae y Spearmon, sin medalla que llevarse para Estados Unidos. Mayor placer caribeño.

De España hay que insistir so pena de ser repetitivo: mandan las mujeres. Nuestra delegación alcanzó sus undécima medalla. Una estaba amarrada y la otra salió de la nada; vamos, la típica que puede ser y a veces cae o no. Las chicas del waterpolo no se conformaban con la plata, pero Estados Unidos, contra quienes empataron previamente, las sacaron del agua y de la final. Pero al grupo de Miki Oca hay que ponerlo en un altar por este debut de matrícula de honor.

El otro metal fue de bronce. Maider Unda, a quien el destino le tenía preparado esta sorpresa, será para siempre la primera española, vitoriana de 35 años, que sube al podio en lucha. Le costó sudor y sangre -literalmente- ir pasando rondas hasta que perdió en la semifinal con la búlgara Hristova, aunque en el duelo por el bronce desarmó a la bielorrusa Marzalyuk. España, 11 medallas y tres días de competición.

Hasta el último segundo Eli Pinedo, currante anónima del equipo de balonmano que ha puesto a España entera el corazón en un puño, reclamaba intensidad ante Montenegro. En vano. Las balcánicas sellaron la final por un tanto y ahora la pelea por el bronce será contra las surcoreanas, las únicas que habían derrotado a las guerreras de Dueñas, en el estreno, antes de llegar el encuentro de ayer. Un ole por este equipazo.

Ardía Écija. El manido recurso del calor en la ciudad de las torres era ayer más certero que nunca. Además, bullía por Juan Manuel Muñoz, parroquiano de la localidad y que se jugaba el diploma con su pareja de baile, Fuego de Cárdenas, en el Gran Premio Estilo Libre. Salió del cuadrilátero orgulloso el astigitano, que avanzó desde el decimoquinto puesto de Pekín al décimo de Londres. Estar entre los ocho mejores será una cuenta pendiente para Río.

A Erika Villaécija le llovieron palos en el agua. Habituada a la calle de los 800 libres, las aguas abiertas es una guerra. Debutó en la prueba con un meritorio diploma -octava- después de que los espectadores asistieran a un precioso sprint, tras casi dos horas dando brazadas, en Hyde Park, entre la húngara Risztov -oro- y la estadounidense Anderson -plata-. La foto-finish aclaró el dilema, no como el apoteósico final de unos días antes en el triatlón femenino.

Que no dude nadie de que en la sincronizada la plata por equipos va a ser peleada por España, aunque la propia Tarrés, la maestra, cree que hay demasiada diferencia con las chinas, a las que les birlaron el segundo puesto en duó. Las pizpiretas españolas de la rítmica, con la cordobesa Lourdes Mohedano y la granadina Lidia Redondo en el concurso por equipos, van quintas en el Wembley Arena y hoy quieren ganar posiciones, levantar al público de sus asientos con las cintas y los aros. Carolina Rodríguez, veterana, luchadora, alza la vista desde su decimoquinta plaza para seguir el duelo entre Kanaeva y Dmitrieva en la lucha individual por las recompensas de oro y plata.

Si hubiera una nueva versión del El hombre tranquilo estaría protagonizado por una mujer y no por John Wayne. En la verde Irlanda llevaban desde el 96 a dos velas de podios olímpicos. Una boxeadora rompió el maleficio. A Katie Taylor le esperan unas cuantas pintas de Guinness. También podrán hoy celebrarlo, no tanto como el belga expulsado de la villa por borracho, la selección de baloncesto si gana a Rusia, la chicas del Elliott de vela si llegan a la final o las mozas de sincro si son plata o bronce. Aunque seguro que quienes anoche no pararon de reír y bailar fueron Rudisha y Bolt, los virreyes del tartán.

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