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Hoy puede ser un gran día

  • Motivación. Es aquel comportamiento que nos conduce hacia un objetivo, una meta, un resultado buscado y perseguido; el que esta tarde debe ser una referencia para los de Gracia

ESA es la idea que nos ronda por la cabeza hoy y para conseguir ese objetivo tan deseado como el ascenso a la categoría reina del deporte rey. Motivación es la palabra mágica. Su sólo nombre ya se asocia a un concepto tan positivo como anhelado. Es sinónimo de ilusión, de deseo, de necesidad. Se asocia a fuerza, resistencia, perseverancia, constancia. Si nos fijamos, valores y conceptos positivos. Es aquel comportamiento que nos conduce hacia un objetivo, una meta, un resultado buscado y perseguido.

Recurrimos a ella en los momentos donde la situación se pone cuesta arriba para que nos de ese impulso que necesitamos para poder remontar. Es nuestra aliada, pero, por el contrario, su ausencia, la desmotivación, puede hacer que personas brillantes con grandes cualidades, no den lo mejor de sí mismos convirtiéndose en uno más del montón. No hay más que ver algún partido de cualquier deporte en el que un equipo de los considerados grandes, se enfrenta a uno de los más débiles. Si analizamos los dos bandos veremos uno que intenta dar el 120% de su capacidad física y mental, intentando aprovechar la oportunidad que tienen de medirse con jugadores considerados superiores, y en el otro lado del terreno de juego, al otro grupo, curtido en mil batallas (finales, derbis, playoffs) nada motivado, deambulando y haciendo lo justo para cumplir el expediente sin que se note demasiado. Desgraciadamente, Goliat puede con David en la mayoría de los casos, pero a veces, el equipo pequeño es capaz de trepar hasta la yugular de su oponente. La diferencia entre un comportamiento y otro se llama motivación.

En el deporte profesional se demandan entrenadores que, aparte de grandes conocimientos técnicos, sean capaces de motivar a la tropa, de convencerles de que cada partido es como si fuera el último y que entrenar para jugar contra el último de la clasificación fuera como preparar la final de la Champions. Recuerdo lo que dijo el entrenador alemán cuyo equipo se clasificó para la final de la Copa de Europa. Cayó con el favorito. Sin embargo, en la rueda de prensa pospartido, dijo: "Estoy orgulloso de mis jugadores. Han dado todo lo que tenían dentro". Ese darlo todo, ese dejarse la piel, ignorando el cansancio físico, la inferioridad técnica, la derrota mental anticipada por el hecho de no ser favoritos. Eso es motivación en estado puro. Saber motivar es un don, tan escaso como demandado.

Hoy es uno de esos días en los que el fútbol eleva al máximo exponente su sentido puesto que es el día en el que el "nosotros" enmarca valores y emociones absolutamente potentes.

Al tiempo, partidos como el de hoy dejan al descubierto una realidad tan apasionante como compleja y real: el jugador es mucho más que la suma de sus partes.

A estas alturas de competición, factores unidos de forma clásica al rendimiento físico parecen estar en "modo reserva" y se invoca a lo emocional para ganar. No se trata de dividir, de separar… cuerpo y mente son un continuo que funcionan de forma conjunta siempre, si bien es cierto que los especiales factores emocionales de partidos como este, hacen que la ilusión, las ganas, la supermotivación sean los invitados de gala en el estadio.

Si nadie discute que este partido es emoción en estado puro, aprovechemos para recordar quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos porque ahí estará uno de los factores determinantes que marcará las diferencias puesto que es el punto de salida y convergencia precisamente de las emociones.

El modelo de juego como guía sobre la que un conjunto de personas se relacionan (jugadores), filosofía y profesionalidad son los ingredientes que todos los partidos empujan el esférico. Hoy también.

La adaptación, la toma de decisiones constante y rápida, las interacciones… todo ello movido y promovido desde la persona que a veces parecemos olvidar que es el jugador de fútbol.

Los seres humanos buscamos en el orden una necesaria, evolutiva y protectora sensación de control, de previsión. Muchas veces, un sesgo cognitivo marcado por la presión y el miedo, hace que el jugador tienda a compensar la pérdida de control que puede sentir ante la toma de decisiones en un partido como el que la Unión Deportiva Almería está en puertas de jugar.

El antídoto es el modelo de juego: sabemos lo que somos y a qué jugamos. Sabemos dónde estamos, por tanto, el modelo de juego nos ofrece un sistema de relación que nos aporta "orden y control" a todos los niveles y canaliza la presión.

Esa esencia conecta de un modo funcional y productivo con la motivación especial e indiscutible con la que los jugadores van a saltar al terreno de juego, el apoyo y empuje de la afición que va a llenar el campo, la ilusión vestida de chaqué que va a pasearse y va a acariciar a cada uno de los jugadores dejando a su paso un perfume embriagador, la empatía a raudales que va a fluir por el estadio… Todos ellos son factores que van a conformar un paisaje formidable para que la Unión Deportiva Almería crezca en este encuentro y nos deje la estela de la continuidad del trabajo realizado durante la temporada.

La herramienta que marca la diferencia es el cerebro como nuestro mejor aliado para poder hacer lo que se debe hacer sobre el terreno de juego: ser nosotros mismos. ¿Por qué? Pues porque no sólo "estamos", lo mejor es que "somos". [Por Rosa Coba Sánchez (Psicóloga) y Antonio Ríos Luna (Traumatólogo)].

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