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Lo sumado, que ya no lo toque la FIFA (0-0)

  • Excepto en el marcador final, un alocado e inseguro Almería fue superado en todo por un Deportivo que regala el empate. Julián y la veteranía de los tres pilares sirven para lograr el punto 24 y ganar el average.

Las situaciones extradeportivas pueden influir de dos maneras en un vestuario: o bien desconcentran porque la cabeza está más pendiente de otras cosas que del balón y en el propio ambiente se percibe intranquilidad, o bien los jugadores cierran filas y se crecen para superar las adversidades. Ayer en la ciudad no se hablaba de otra cosa que de la conmoción que creó ese fax con una supuesta sanción de la FIFA. Alfonso García, para tranquilizar a sus jugadores antes de dar explicaciones públicas, se encerró en el vestuario y le pidió a la plantilla que ganaran ante el Deportivo tres puntos que, a su entender, nadie se los va a quitar. 

El grupo despidió al presidente con un aplauso, había ganas en el vestuario de sacar los dientes, de demostrarle a la FIFA que es mejor que se busquen a otro cabeza de turco porque el Almería es pobre, pero honrado. Ese mensaje presidencial motivó posiblemente más que la rutinaria charla de JIM y los rojiblancos comenzaron el partido ante el Deportivo con malas intenciones de cara a la portería de Fabricio. No había pasado ni un minuto cuando el meta visitante se llevó un balonazo en el pecho con el que pudo evitar que una preciosa chilena de Hemed se convirtiera en gol. Lástima porque la acción merecía haber acabado dentro de las mallas. 

Parecía que el descaro que mostraban los rojiblancos de salida iba a asustar al Deportivo que, por contra, encontró también fácilmente el camino hacia la meta de Julián por donde más cojea el Almería, por la parcela derecha del centro de su defensa. Tanto por abajo con una buena acción de Luisinho, como por arriba con un balón colgado a la cabeza de Riera y a la espalda rojiblancia hacia Borges, los coruñeses fueron encontrando grietas y tratando de percutir y hacer daño. 

Poco a poco, el Almería se fue esfumando y el Dépor se eregía como dueño del partido. Los fichajes de invierno le han dado otro aire a los blanquiazules, mientras que ayer los rojiblancos tenían a uno en el banquillo, Espinosa, y el otro en la grada, Casado. A JIM no le importaba que su rival tuviera más el balón, pero no le estaba gustando que una y otra vez Riera le ganara la partida a Dos Santos. El argentino era superado con mucha facilidad por el ariete y transmitió su inseguridad a una defensa que pasada la media hora hacía aguas por todos sus vértices. Tan sólo Julián mantenía el tipo de un equipo que no podía imaginarse cómo su rival se le había subido tanto a las barbas y le estaba demostrando cómo se juega al fútbol. Por fortuna, porque no había otra manera de explicar que el Deportivo todavía no se hubiera adelantado, el marcador todavía no se había movido. Al que se llevaban los demonios era al técnico rojiblanco, que observaba con ciertos gestos de mosqueo como el rival ganaba en juego, intensidad y velocidad. De hecho, la primera parte terminó con otra acción en la que parecía increíble que no cayera el primero, por las facilidades dadas a la hora de centrar y de rematar en el centro del área. Las sensaciones no podían ser peores al descanso, a la hora del bocata no se hablaba de la sanción de la FIFA, sino del miedo que había en el Mediterráneo y de la mala imagen que estaba dando el equipo. 

El paso por los vestuarios no cambió el guión de la película, de hecho, no se vio ningún movimiento táctico en el equipo y Riera seguía entrando como Pedro por su casa. Igual que en la primera parte, el Almería iba a tener la ocasión inicial para adelantarse, pero Dos Santos chutó fuera cuando estaba solo y tenía a Hemed en mejor posición e igual de solo para hacer el primero. El argentino no estaba muy fino en defensa y en ataque quiso ser tan individualista como Cristiano Ronaldo o Bale, mala elección. Un minuto después de esta ocasión fallada, el Deportivo volvió a la carga y a dominar con total autoridad el choque. 

Si bien la lectura del partido de Juan Ignacio había sido francamente mala, en el descanso tampoco puso remedio. La afición miraba incrédula como el Almería estaba siendo zarandeado por un rival muy superior. Para colmo de males, Gil Manzano quiso decantar un poco más la contienda y expulsó a Thievy de forma exagerada. Si en la primera parte sí había sacado el brazo en un salto, en la segunda interpretó mal una carrera del congoleño con Juanfran y el Almería se quedó con diez. Más fácil para el Deportivo, imposible, todo parecía cuestión de tiempo en el peor partido almeriense en muchos meses. La reacción del banquillo fue sacar a Édgar, un jugador que no se caracteriza por su facilidad para tener el balón, pero que ayudó a equilibrar la superioridad por banda rival. 

Por suerte para los rojiblancos, lo dicho por Helenio Herrera se volvió a cumplir. Con diez mejor que con once. Incluso con nueve en la acción final del choque. Al Deportivo le pudo la ansiedad, a la par que el Almería supo que le echaba testiculina o todo se iba al garete. Pasaban los minutos y los coruñeses ya no encontraban los espacios de antes y lo poco que colgaban desde lejos o que chutaban, iba a parar a las manos de un Julián que se iba a eregir en el hombre del portero. Su seguridad, después de no estar demasiado bien en el Calderón, fue la base de la muralla almeriense. Corona, Soriano y Verza supieron dormir y perder tiempo con picardía. Éstos partidos siempre se perdían antes, por suerte, ayer no se pudo ganar, pero también se salió derrotado. Cuesta un mundo sumar, como para que la FIFA venga ahora a poner el pan barato donde no le corresponde.

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