Liga bbva

El Barça sigue líder (0-2)

  • Cómodo triunfo de los de Luis Enrique ante un Betis con diez casi una hora y que encima les regaló el primer gol.

Pésimo es un calificativo que resumiría adecuadamente al Betis que tuvieron que soportar ayer los 44.000 fieles que acudieron al Villamarín. No sólo no tuvo la menor opción de competir y cedió gentilmente el paso al Barcelona, que mantiene el liderato a dos jornadas del final, sino que no hizo lo mínimo para poder presionar a un equipo que ganó jugado a un ritmo sorprendentemente bajo a pesar de conocer los triunfos de Atlético y Real Madrid.

Con nulo espíritu ofensivo, el Betis sí se defendió con orden y sin dejar espacios a los múltiples y conocidos peligros del Barcelona, pero cometió dos pecados lamentables a este nivel. Cuando el líder se estrellaba una y otra vez contra su defensa, Westermann, que ya había visto una tarjetita por ir haciendo una falta tras otra a Messi en la misma jugada en lugar de hacer una falta táctica sin más, cazó a Rakitic y se quedó el Betis con diez casi una hora de juego. Merino recompuso con Cejudo (única novedad respecto al equipo del derbi, por Musonda) en el lateral y Bruno en lugar del alemán hacia un 4-4-1 en el que Joaquín dejaba el centro y recuperaba  (es un decir) su sitio en la banda.

Y el Barça, a decir verdad, mandaba de forma incontestable pero sin opciones reales de gol porque  jugaba a un ritmo que no le permitía superar a una defensa ordenada. Pero hete ahí que Messi buscó la espalda de los centrales, Adán fue a huscar el balón,  Pezzella intentó despejar de chilena fallando con estrépito y despistando al portero, y Rakitic sólo tuvo que empujarla para adelantar al Barcelona y convertir las opciones béticas en nulas.

Como un frontón,  el Betis se agarró al resultado digno y a las circunstancias adversas para no ofrecer nada más que entrega, esa que tanto gusta a Merino y que quizás dio puntos contra rivales del montón pero que chirría en cuanto un rival exige a este Betis. Casi lo consigue, porque el Barça se limitó a controlar a un rival inexistente en ataque y ausente con el balón. Ni Rubén Castro, cuyo cambio por Van Wolfswinkel fue mayoritariamente protestado, ofreció un hilo de esperanza.

Que Messi encontrara, esta vez en largo y por abajo, a Luis Suárez a la espalda de Pezzella y que el uruguayo sentenciara con clase era ya poco relevante en tanto en cuanto sólo una hecatombe brutal o un gol en propia puerta podía ya privar al Barcelo a de un triunfo necesario pero que el Betis convirtió en extrañamente frío.

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