SERGIO MULLOR. 2º ENTRENADOR DE LA SELECCIÓN NACIONAL DE CATAR

"Catar es el Disneyland del deporte"

Hace un año, Sergio Mullor Cabrera, entrenador almeriense de fútbol-sala, iniciaba una nueva aventura en su carrera deportiva al incorporarse como técnico ayudante en la selección nacional de Catar. Doce meses después, afirma tener historias para escribir un libro, mientras apura sus vacaciones en casa antes de regresar al país árabe para cumplir un segundo año de su renovado contrato.

-¿Cuál es el balance de su primera temporada en Catar?

-El balance es muy positivo porque estás conociendo una cultura diferente y estás en un país que tiene un estilo de vida bastante peculiar. A nivel familiar, es una gran experiencia por todo lo que supone empezar con un idioma nuevo y en un país donde el invierno no existe, y por las experiencias que adquieres, sobre todo los peques, que hablan inglés perfectamente.

-Los primeros meses estuvo solo hasta que llegó la familia. ¿Cómo fueron esos meses?

-Los dos primeros meses estuve solo por el tema deportivo; competíamos muy pronto y teníamos un volumen de trabajo bastante importante porque no conocíamos la idiosincrasia del jugador y el fútbol-sala catarí. Estuvimos habituándonos a todo y fue muy importante estar solo porque tuve dedicación exclusiva; está claro que echaba de menos a la familia, pero a veces ni te daba tiempo. A partir de octubre, cuando nos clasificamos para la fase final del campeonato asiático, el volumen disminuyó y empezó a haber algo más de tiempo libre, y ya con la familia fue mucho mejor.

-¿Cuál es la idiosincrasia del jugador catarí?

-El jugador catarí es amateur en cuanto a conocimientos tácticos y técnicos, pero la verdad que todos los chicos que juegan al fútbol-sala son profesionales, aunque los cataríes tienen un trabajo aparte que desarrollan por las mañanas; el dinero del fútbol-sala no es el que le da sustento. Los equipos de Catar tienen un profesional de otro país por equipo y son los que dan más nivel a la competición.

-¿Cómo fue la Copa de Asia?

-Nos fue bien porque fuimos novenos en un año importante para Catar; llevaban tres ediciones sin participar en la competición e igualamos el mejor resultado de siempre. Sacamos conclusiones muy positivas; era un año en el que la gente habló mucho de clasificarnos para el Mundial, pero nosotros sabíamos que era una utopía porque había mucho trabajo por delante.

-¿Perspectivas de crecer?

-En principio sí, porque Catar es el Disneyland del deporte. Tienen todo a nivel de medios.

-¿Hasta cuándo tiene contrato?

-Acabamos de firmar un año más. Son gente a la que no le gusta mirar muy a largo plazo, pero hemos conseguido que nos den continuidad, que era algo que no estaban teniendo los entrenadores anteriores. Este será un año más duro porque no hay una competición oficial y trabajamos de cara a dos años, pero tenemos que aprovechar para intentar crecer en otros aspectos.

-¿Cómo es la relación con los dirigentes cataríes?

-Ellos creen que solamente con el dinero que invierten ya tienen que conseguirse resultados; les cuesta entender que detrás hay un tiempo y un trabajo y que solo a partir del trabajo se puede obtener recompensa, pero ya están cambiando esa visión y están pensando más en proyectos de futuro e invertir de cara a la mejora del deporte. Están abriendo un poco su mente para intentar ser los mejores y ser un referente; sobre todo de cara a 2022 que es cuando tienen el mundial de fútbol. Y están dando pasos de gigante en muchos deportes: en balonmano acaban de ser subcampeones del mundo.

-¿Qué hace uno en Doha a lo largo del día?

-Allí amanece muy temprano y a las cinco de la mañana ya es de día. La pequeña Henar entra a las siete así que a las seis estamos ya en pie, porque el tráfico es un poco caótico. Hay muchos coches y la infraestructura de carretera se está creando ahora, también con vistas a 2022. Todo el tiempo que la niña está en el colegio yo estoy en la oficina trabajando, sobre todo a nivel de investigación de jugadores y análisis, con comparaciones del fútbol-sala asiático con respecto al europeo para ver donde pueden estar las mejoras; luego un poco de gimnasio y aprovechar por las tardes para conocer la ciudad, cuando el tiempo nos deja, porque a partir de abril ha sido imposible, el calor empieza a apretar y se puede estar muy poco en la calle.

-¿Alguna anécdota curiosa que recuerde a botepronto?

-Hablaba antes de su idiosincrasia. Allí todo tiene su tiempo. El primer día, nada más llegar a Doha un 27 de julio, después de siete horas de viaje, nos recogen en el aeropuerto los directivos de la federación. Las maletas nos pasaron por delante y se alejaron tres o cuatro metros. Yo me di cuenta de que eran mis maletas y salí a correr para cogerlas y uno de ellos me cogió de la mano diciendo "tranquilo, tranquilo, no hay prisa, dan la vuelta". Ese fue el claro ejemplo de que el catarí no tiene prisa para nada y todo vuelve y todo llega. Ese mismo día estábamos invitados para una boda árabe muy peculiar.

-¿Cuándo regresa?

-El día 8 de agosto, pero depende de que te manden el billete y no haya cambios de última hora.

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