Ya deben de haberse acabado las películas y las historias que nadie se cree. Esta tarde hay que ganar por lo civil o por lo criminal. Todo lo que no sea sumar los tres puntos ante el colista de la tabla es un fracaso total absoluto. No vale jugar un partidazo y empatar, cuando las urgencias aprietan, sólo valen las victorias. Y lo demás son excusas que la afición rojiblanca está ya harta de escuchar domingo sí y domingo también.

En la penúltima posición a la que ha caído por méritos propios, los de Fernando Soriano reciben al único conjunto de toda la Segunda División que lo está haciendo, de momento, peor que ellos. Enfatizar bien lo de momento porque otra derrota esta tarde situaría a los almerienses en el farolillo rojo y con un futuro tan negro como el del año pasado a estas mismas alturas. Nadie quiere pensar en ello, pero tampoco hay muchos motivos para el optimismo.

El equipo quiere aferrarse al hecho de haberle plantado cara al Levante hace dos semanas y haber logrado un punto en Alcorcón con uno menos en la última jornada. Argumentos pobres y sin una base estable, pero es que este equipo está siendo un completo desastre, sobre todo en su parcela defensiva. Está claro que a poco que se hacen las cosas medio bien, el conjunto funciona porque tiene calidad para estar en una posición mucho más cómoda. Pero hay pecados que se pagan muy caros, como la falta de garra o la osadía de jugar abiertos cuando tu zaga es un coladero, y el Almería se ha metido en un atolladero del que no sabe salir.

Si bien no queda otra que fiarse de las palabras de Soriano y de sus jugadores, acerca de la supuesta mejoría tras empatarle al líder, tampoco habrá que hacer el partido del siglo para vencer esta tarde a un Nástic de Tarragona que es igual de endeble que los rojiblancos. Si los almerienses consiguen mostrar solidez en el centro del campo y contundencia atrás, arriba Puertas, Quique y Fidel tienen argumentos de sobra para batir a la defensa tarraconense. Da hasta vergüenza pedir un voto más de confianza a este equipo, pero es que realmente no queda otra y mañana será otro día para tomar decisiones. Está claro que una victoria apaciguaría mucho los ánimos en el graderío, pero una derrota... Alfonso García ha mostrado su fe ciega en el entrenador y les ha pedido más compromiso a los jugadores. Ahora, difícil sería repetir este mensaje desde la última posición y, precisamente, tras ver que no hay ni reacción ni juego. Es mejor no ponerse en la peor de las situaciones, aunque hay que estar preparados porque este conjunto siempre es capaz de lo malo y de lo malísimo.

Para poner más piedras en el camino, Soriano se encuentra con el centro del campo desbaratado. Con Iago como extremo, el once titular había ganado en equilibrio, sobre todo a la hora de cerrar las bandas y ayudar a unos laterales que suben mucho. Sin embargo, hay escasez de futbolistas para los dos puestos de pivotes defensivos, entre lesiones y sanciones. Azeez, Diamanká y Vélez animarán desde la grada, probablemente a Joaquín y a Corona. Es el momento para que el capitán se eche al Almería a sus espaldas y le dé ese temple en su juego y ese movimiento de balón, inexistente hasta el momento en los almerienses. Si el talaverano es capaz de hacerse con el balón, el Almería será otro.

El Nástic, por su parte, con seis puntos en su casillero, aún no sabe lo que es sumar de tres un partido hecho que le ha mandado, irremediablemente, a la última posición de la clasificación. "No dimitiré en la vida", anunciaba el técnico del Nàstic en la previa que sigue con el propósito de liderar a un equipo que la pasada campaña asombró a la categoría por su juego vertical y por la dificultad de superarle en el terreno de juego.

Suzuki, sancionado por doble amarilla la pasada jornada, será la única baja de una defensa en la que parece que Iago Bouzón será nuevamente el jugador encargado de acompañar a Xavi Molina en el eje de la defensa, y en la que Valentín volverá al lateral diestro recuperado de sus molestias. Tejera y Madinda volverán a ser los hombres importantes en el doble pivote acompañados de Cordero y Lobato en el centro del campo, con Álex López y Uche en busca de los goles.