Corría el año 1981 cuando una película entrañable del director estadounidense John Huston, llegó a las salas de cine [al Imperial, en Almería]. Con un reparto inigualable (Sylvester Stallone, Michael Caine, Max von Sydow, Pelé, Ardiles, Daniel Massey o Bobby Moore), Evasión o victoria marcó a todos los jóvenes amantes, no sólo del cine, sino de todos aquellos deportistas que se vieron reflejados en la película. Un grupo de refugiados de la II Guerra Mundial son seleccionados por un oficial alemán para disputar un partido amistoso frente a Alemania en el Parque de los Príncipes de París. Los aliados en un principio se niegan, pero comprenden que puede ser una ocasión única para evadirse, por lo que terminan por aceptar el reto y vencer en un campo de fútbol al mismo estado al que los apresaba en un campo de concentración.

Quitándole todo el tinte emocional a esta película, Unicaja Almería tiene un reto tan complicado como el que tuvo Pelé en aquella historia. Los aliados perdían 4-1 al descanso y se lesionó su jugador estrella, Luis [Pelé]. Sin embargo, su tesón, coraje y los ánimos de una afición parisina entregada, los llevó en volandas.

Los almerienses también tienen que levantar ahora un resultado muy desfavorable ante su público. Teruel ha sido capaz de vencer los dos primeros partidos de la final y viene a Almería con las ganas de sentenciar y tomarse la venganza de la Copa del Rey. Pero Unicaja ya enseñó los dientes en el tercer y cuarto set del encuentro del pasado domingo.

Está claro que el 2-0 de la eliminatoria es muy favorable a los visitantes. Sin embargo, esta tarde a partir de las 20:30 los almerienses tratarán de forzar el cuarto partido que se jugaría el domingo a las 12:30. Para ello, Unicaja tiene que estar muy fino en el servicio y concentrado en la recepción ante los de Novillo.

De ser capaces de llevar nuevamente la final a Teruel, en el quinto partido habría mucho que ganar. De hecho, los aliados empataron (4-4) con un gol de chilena de Pelé y un penalti detenido fuera de tiempo por Hatch, el masajista [Stallone] que jugaba de portero. Todo puede pasar.