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Ulloa prolonga el crédito de Lillo (1-1)

  • Un tanto del argentino en la recta final, cuando el público gritaba "¡Lillo, vete ya!", sirve para igualar y salvarle el 'pellejo' a su técnico. El Almería neutralizó el tanto inicial de Valdez, pero sigue viendo muy pequeño el arco rival

Lillo parecía sentenciado al descanso y, cual ave fenix que renace de sus cenizas, se marchó del Estadio Mediterráneo con otra bocanada de aire fresco (quién sabe si la última). Se la concedió Ulloa en forma de tanto postrero, demostrando en lo poco que se le ha visto sobre el campo que no es el atacante hosco de movimientos que aparenta, sino el mejor abrelatas ante las defensas rivales.

Era un partido complicado por las connotaciones de la derrota en Santander y se palpó en el ambiente. La grada reprimió en el primer tramo sus deseos de pedir explicaciones a la espera de ver el cariz que tomaba el encuentro, pero el tanto de Valdez dio pábulo a un juicio sumarísimo que apuntó directamente a una figura, la del entrenador, quien tuvo que enfilar el túnel de vestuarios aguantando un griterío atronador procedente de la zona de tribuna.

Lo peor tal vez no fuera eso -en el cargo va la penitencia y Lillo ya probó la cicuta el día de su debut ante el Xerez- sino que al paso de los jugadores arreciaran los aplausos pese al discreto papel del primer tiempo, síntoma inequívoco de que la grada acusa directamente al inquilino del banquillo del devenir clasificatorio y salva de toda culpa a los futbolistas. Al menos por el momento.

Y lo que había ocurrido durante la primera mitad había sido más bien poco. Acaso comprobar que la pizarra del vasco empieza a funcionar en los saques de esquina, bien ejecutados por Corona buscando en el primer palo la cresta de M'bami para peinar el balón y que Kalu Uche remache en el segundo. Casi sale a la tercera intentona, pero Cortés sacó bajo palos de forma providencial.

El nigeriano volvió a tenerla instantes después, pero su testarazo aprovechando un buen servicio lateral de Piatti se topó con los reflejos de Calatayud. A esa ocasión le siguió un disparo lejano del duende que casi sorprende al meta herculano, pero cuando mejor pintaban las cosas Valdez adelantó a los alicantinos enchufando su único acercamiento con peligro.

La jugada nació en una mala entrega de Corona a M'bami. El balón terminó en los pies del veterano Rufete junto a la línea de fondo y sacó un pase de la muerte para que el paraguayo empujase el esférico a la red. Más por menos resultaba imposible.

Contó Lillo al término del encuentro lo que había sucedido durante el impás. En la caseta le pidió a sus hombres que no entraran en la distorsión de pensar en los puntos porque, de lo contrario, terminarían suicidándose. Al borde de la flagelación estuvieron cuando Portillo galopó una contra y disparó cruzado para establecer la sentencia, pero las manos de Alves lo remediaron.

Minutos antes Carlos García había tenido en su cabeza el empate, pero el testarazo se marchó al limbo. En el intermedio de ambas ocasiones, cuando arreciaban las peticiones para que el capitán Ortiz ingresara en el terreno de juego, Lillo se la jugó a cara o cruz con un acertado doble cambio incluyendo a Valeri y Ulloa por los entonces desaparecidos Corona y Kalu Uche.

Fue una de las claves. Como otras tantas veces ha errado, en esta oportunidad Lillo acertó de pleno con las sustituciones porque los dos argentinos supieron asociarse con Crusat y Piatti para dar sentido a las llegadas. Así, en una pared trenzada entre Valeri y Crusat dentro del área pequeña el balón le llegó a Ulloa rechazado por Calatayud y el ciclón no dudó en reventarlo.

El empate hacía justicia a los méritos de uno y otro, pero deja varias preguntas retóricas en el aire. ¿La continuidad de Lillo es pan para hoy y hambre para mañana como piensa un amplio sector de la grada?, ¿el presidente sigue viendo a Gorosito y Marcelino como los técnicos idóneos para reemplazar al vasco?, ¿qué hubiera pasado si llegan a jugar Trezeguet y Drenthe?, ¿la fractura entre el graderío y el banquillo es insalvable tras los silbidos de ayer y las peticiones de dimisión?

No se sabe, en el circo del fútbol el hoy ya es caduco y el mañana carece de pronóstico, pero Lillo no está dispuesto a rendirse y dejó un mensaje esperanzador: "El ser humano solo fracasa cuando no intenta las cosas, hay que seguir y seguir". Sí, seguirá...

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