Las estadísticas de cualquier equipo dan un vuelco de 180º cuando llegan al Moisés Ruiz. Si Lamia y Groningen llegaban al partido que se tenía que disputar en tierras almerienses invictos y como líderes de sus respectivas competiciones ligueras, ambos equipos conocían las hieles de la derrota en Copa CEV. Los encuentros en la pequeña caja de zapatos que es el pabellón de la carretera de Ronda tienen un sabor especial, una magia indescriptible.

Ayer no se llegaba al medio millar de espectadores en las gradas. Pero los cuatrocientos y pico hinchas se bastaron y se sobraron para llevar en volandas a Unicaja Almería hacia la victoria. Y eso que tuvo que ir siempre a remolque en el marcador, porque la altura de Vullin y Van Steen hizo estragos en las huestes locales.

Sin embargo, los de Mondi tiraron de maña e ingenio para buscar los recovecos que las torres holandesas dejaban entre sus brazos en los bloqueos. Si en el primer set los jugadores del Groningen supieron cómo frenar a Ibán Pérez en la red, en el segundo emergieron las figuras de Ferrera y Smith, que estuvieron muy acertados desde la línea de saque y le sacaron provecho a las fintas y los bloc-out.

Al cien por cien, Unicaja era mejor equipo que su rival. Sin embargo, en el tercer set tuvo varios errores en la recepción en momentos claves y lo pagó con el 23-25. Fue el momento de sacar la casta y tirar de orgullo. El mejor Ibán Pérez sacó su cañón a pasear, Salas puso varias chapas de ésas que desmoralizan a cualquier contrincante y Gustavo Delgado ponía la templanza con remates geniales. Todo esto sin olvidar a un Llenas cuyos brazos imantaban los remates de los jugadores del Groningen.

Poco a poco, los almerienses minaron la moral de unos holandeses que en el tie-break no dieron pie con bola, o con mano en este caso, porque Unicaja sencillamente no les dejó. 15-8. El martes habrá que rematar la faena para entrar a cuartos por la puerta grande.