El periscopio

León Lasa

¡¡¡Globalizar!!! (vosotros) I

La globalización ha sido muy propicia para las clases medias y bajas de países en desarrollo a costa de esas mismas clases en naciones europeas.

LOS clubes de cierto prestigio (me refiero obviamente a los de golf, los de hípica...), con instalaciones primorosas donde predomina el verde, la paz y -hasta cierto punto- el buen gusto, aunque todo ello esté rodeado de un secarral sahariano y de viviendas infrahumanas más allá del perímetro vigilado, suelen tener ciertas correspondencias con otros clubes de iguales características en otros puntos de la geografía (léase Neguri, Majadahonda), y permiten a los socios de paso acudir a los mutuos emplazamientos. Rara vez, si es que alguna, esas correspondencias ocurren con un club de boxeo de Vallecas, o de petanca de Baracaldo. Con todos mis respetos, faltaría más. Las razones se antojan obvias y casi de innecesaria explicación: poco tienen que ganar los socios de esos clubes de élite con el posible intercambio. Salvo el caso de algún aristócrata extravagante aficionado al boxing, la inmensa mayoría no debe ver ventaja alguna en ello (aunque las birras y las copas sean más baratas en los segundos). Lo que en el caso que describimos se nos antoja palmario, evidente, y casi insultante de argumentar, no lo parece tanto si trasladamos la misma ecuación al campo económico, aunque cada vez son más las voces que alertan de la argucia. ¿Que puede ganar Europa, los europeos, más concretamente el europeo medio, el español medio, con la cacareada globalización? ¿Qué beneficios nos acarrea? ¿Qué ventajas? ¿Superan estas a los inconvenientes?

A estas alturas nadie discute que el fenómeno globalizador -básicamente la eliminación o disminución de barreras de todo tipo al libre flujo de mercancías y capitales- ha beneficiado enormemente a los países del Tercer Mundo y, sobre todo, al Gran Capital, que observa encantado cómo las oportunidades de inversión se abren exponencialmente, y cómo, casi siempre, existe un país con regulaciones laborales y medioambientales más laxas que el anterior. Según estudios del economista Branko Milanovic, el enorme aumento de la riqueza mundial de las últimas décadas ha tenido un reparto muy desigual: el incremento de renta ha sido de hasta un 30% para las economías familiares más vulnerables, para ese 10% de ingresos más bajos (entendidas a nivel mundial); para el resto, a partir de ese punto, las mejoras van desapareciendo gradualmente aunque vuelven a crecer en los patrimonios más ricos, para ese 10% que está en la cima, y que han llegado a engordar un 60%. El resumen no es otro que el de admitir que la cacareada globalización ha sido muy propicia para las clases medias y bajas de los países en desarrollo (China, India, Pakistán, Indonesia...), a costa precisamente de esas mismas clases medias y bajas de las naciones europeas. Las élites siempre ganan. Como alguien escribía hace poco en este periódico, no hay manifestaciones anti globalización en Shanghái o Bangalore; las tenemos aquí, en la Europa, que ve cómo los privilegios de antaño desaparecen, a cambio de prácticamente nada.

P.S.: ¿Tendremos Gobierno por fin la semana que entra? Si es así, ojalá que la economía no se resienta, dados los buenos resultados de los últimos meses.

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