España

Pujol declara al juez que el legado de su padre consta en unas cartas, pero no las aporta

  • El ex presidente catalán declara que el dinero que ocultó en el extranjero procedía de actividades ilegales de su padre, que intercambiaba de forma clandestina divisas durante el franquismo. Asegura que ocultó su fortuna para no dañar su imagen.

El ex presidente catalán Jordi Pujol ha insistido a la juez que su fortuna oculta es un legado procedente de actividades clandestinas de su padre y se ha remitido a unas cartas que avalarían la herencia, sin aportar ni las misivas ni documentos de los movimientos bancarios que multiplicaron los fondos. Pujol ha declarado como imputado durante dos horas ante la titular del juzgado de instrucción número 31 de Barcelona, que investiga el origen de la fortuna oculta de la familia, en una sesión en la que también han comparecido ante la magistrada la esposa del ex presidente catalán, Marta Ferrusola -que se ha negado a declarar-, y tres de sus hijos, Marta, Mireia y Pere.

Según han informado fuentes judiciales, el presidente catalán ha contestado a las preguntas de la juez, del fiscal Anticorrupción Alejandro Luzón y del abogado de la Agencia Tributaria, aunque se ha negado a responder a la acusación popular ejercida por el sindicato ultraderechista Manos Limpias.

En un exhaustivo interrogatorio, Pujol ha explicado a la juez que, como ya defendió en su carta de confesión y en su comparecencia en el Parlamento catalán, el dinero oculto en Andorra que sus hijos y su esposa regularizaron el pasado año procede de un legado de su padre, que falleció en 1980, del que él se desentendió desde el primer momento por "miedo" a que perjudicara su imagen política. Según su versión, ese legado, que era de 140 millones de pesetas y heredaron en dólares, permaneció oculto en el testamento de su padre Florenci, dado que procedía de actividades ilegales de su progenitor, que se había dedicado al intercambio clandestino de divisas durante el franquismo, negocio que era -ha precisado- tolerado por los gobiernos andorrano y español.

El ex presidente de la Generalitat se ha remitido a unas cartas de Florenci Pujol a su esposa Marta Ferrusola, que en su opinión demostrarían que el dinero oculto en Andorra procede de una herencia, pero no las ha entregado a la juez, que desde agosto pasado le reclama que acredite documentalmente la licitud de los fondos. En esas cartas, según Pujol, Florenci confesaba a Ferrusola su preocupación por que las actividades políticas de su hijo Jordi, presidente de la Generalitat entre 1980 y 2003, arrastraran a la familia a la ruina económica, y apuntaba instrucciones sobre sus últimas voluntades.

El ex presidente catalán, que ha recordado a la juez que su actividad política antifranquista le llevó a la cárcel, ha explicado que los fondos ocultos en Andorra se multiplicaron hasta los 500 millones de pesetas, gracias a que fueron invertidos en productos financieros que les administraba un gestor bancario. La juez ha preguntado a los Pujol el motivo por el que no han aportado el extracto de esos movimientos bancarios que avalarían su versión, pero los imputados han dicho que no se les había ocurrido hacerlo.

Sin que nadie se lo preguntara, el ex presidente de la Generalitat ha recalcado que, en ningún caso, el dinero oculto procede del cobro de comisiones ilegales por adjudicaciones, como sospechan las acusaciones populares, ni del "erario público". Jordi Pujol ha precisado que los fondos ocultos en Andorra -un legado que según su versión hasta los años 90 solo conocían sus dos hijos mayores Jordi y Marta y su esposa- fueron administrados en una primera etapa por una persona de su confianza, ya fallecida, que ha identificado como Delfí Mateu, y ha añadido que posteriormente se hizo cargo de su primogénito.

Según el ex presidente, su familia no regularizó los fondos ocultos en la banca andorrana hasta que la prensa informó de su existencia, hace cerca de un año. Ante la juez, ha insistido en que él personalmente no tiene ninguna cuenta en el extranjero y que el legado de su padre siempre ha permanecido en bancos andorranos y no de otros paraísos fiscales.

Los tres hijos de Pujol imputados, que han declarado también ante la juez, han explicado que cuando recibieron la herencia -a razón de 62 millones de pesetas por cabeza- les explicaron que era un legado recibido de su abuelo Florenci, que estaba obsesionado ante el temor de que sus nietos quedaran desamparados económicamente por la vocación política de su padre. En la parte inicial de su interrogatorio, Jordi Pujol se ha expresado en catalán para responder a las preguntas que le formulaban, lo que ha obligado a incorporar a un intérprete para que tradujera sus palabras al castellano para el fiscal Luzón, que vive y trabaja en Madrid y se ha desplazado a Barcelona expresamente para la sesión.

Jordi Pujol y su esposa han entrado y salido de la Ciutat de la Justicia custodiados por un amplio dispositivo de Mossos d'Esquadra y entre gritos de "ladrones" y "chorizos" por parte de funcionarios y de espontáneos que se cruzaban en su camino.

Jordi Pujol asegura que ocultó su fortuna para no dañar su imagen

Pujol ha afirmado ante la juez que ocultó durante años la fortuna porque tenía "miedo" de la repercusión mediática negativa que ello acarrearía, y ha argumentado que confesó en julio pasado por un "propósito ético". En su declaración, ha asegurado que conocía el origen de esta fortuna desde los años 60, pese a que su padre llevó el asunto con un "gran secretismo", y que desde un primer momento se desentendió totalmente de los fondos, hasta el punto de que ignoraba en qué país y en qué banco estaban ingresados.

El ex presidente catalán ha justificado que ocultara durante 34 años la fortuna que su padre legó para su esposa y para sus hijos porque tenía "miedo" de sufrir una "repercusión mediática negativa", como considera que ha ocurrido ahora, ya que, de alguna forma, los fondos estaban relacionados con él. A preguntas de la titular del juzgado de instrucción número 31 de Barcelona, Pujol ha asegurado que su confesión, en julio del pasado año, obedeció a un "propósito ético" y que convenía, de cara a sus hijos, explicar la procedencia "lícita" de un dinero que tenía fuera de España.

Según Pujol, cuando su padre murió, no quiso que se hicieran cargo de los fondos sus hijos, debido a la situación política en la España de la época y porque no todos ellos habían alcanzado la mayoría de edad. Por este motivo, encargó a un amigo de su padre y también suyo, Delfí Mateu -que falleció a inicios de los noventa-, que administrara los bienes. Debido a su edad, Mateu dejó de gestionar el legado en 1989, por lo que esta labor pasó a manos de su primo Joaquim Pujol i Figa, que lo aceptó durante unos meses, aunque renunció poco después, ya que se quiso centrar en su labor como secretario general de la Presidencia del gobierno de la Generalitat que presidía el propio Jordi Pujol. Por este motivo, según el ex presidente catalán, a partir de 1990 fue su primogénito Jordi el que se encargó de gestionar los fondos.

Pujol ha insistido en que el objetivo de estos fondos era convertirlos en una especie de "hucha", no para especular, sino para asegurar el futuro a su esposa e hijos. El ex presidente catalán ha reconocido que ignora cómo fue gestionada la fortuna una vez fue asumida por sus hijos, ni a cuánto ascendía, ni cómo se la repartieron, ya que cada uno podía obrar con autonomía en relación con su propio dinero.

Según Pujol, sus hijos le comunicaron que habían regularizado su fortuna ante Hacienda -el pasado año- cuando la decisión ya la habían tomado, por lo que quedó "absolutamente al margen" de esta medida. El ex presidente catalán ha asegurado que no se consideró desheredado por su padre, ya que dichos fondos fueron a parar a su esposa y a sus hijos y porque fue él quien los rechazó. Además, ha alegado que cuando su hermana y su cuñado dijeron que no estaban al corriente de esta fortuna era porque su padre Florenci llevó todo este proceso "con un gran secretismo". Según Pujol, su padre logró amasar un gran patrimonio, pero su fortuna se fue reduciendo en sucesivas crisis, por lo que la hermana del ex presidente catalán no pudo ser compensada finalmente con el dinero del legado dejado a Marta Ferrusola y a sus hijos.

Por su parte, los hijos de Pujol también imputados en la causa, Marta, Mireia y Pere, han asegurado ante la juez que desconocían cómo se administró el legado y han sostenido que la fortuna pasó de los 140 millones de pesetas iniciales a casi 500 millones de pesetas por la "magnífica" gestión de Delfí Mateu. Además, han coincidido en sostener ante la juez que su padre se desentendió de estos fondos y que decidieron regularizar su fortuna oculta en Andorra en una reunión familiar después de que apareciera en la prensa información "muy fidedigna" y "muy precisa" del dinero que tenían en bancos andorranos.

Pere Pujol ha corroborado ante la juez que no afloraron antes esta fortuna por el miedo al "daño político" que podrían causar a su familia y ha admitido que no llegó a tiempo para acogerse a la amnistía fiscal impulsada por el Gobierno del PP, si bien ahora cree que habría sido mejor haberlo hecho en su día. Por su parte, Marta Pujol Ferrusola ha asegurado que no guarda ningún tipo de documentación sobre estos fondos, ya que nunca la ha tenido, y ha alegado que a Andorra "no vas con papeles arriba y abajo".

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