El Rey propuso ayer a Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, por lo que éste deberá presentar su programa ante el Congreso para solicitar la confianza de la Cámara. Esto es lo que sostiene la Constitución en su artículo 99, pero Rajoy arrojó serias dudas sobre si se presentará a la sesión de investidura en caso de no haber conseguido antes los votos necesarios en una ronda de negociaciones que comenzará hoy mismo. "En la vida, como en todo, no se pueden adelantar acontecimientos", respondió cuando se le preguntó si irá a la investidura. No obstante, tanto la Constitución como el reglamento del Congreso son bien claros: una vez que Felipe VI ha propuesto y que Rajoy ha aceptado, la presidenta de la Cámara debe convocar la sesión de investidura. La única duda es la fecha  de esa votación y cuánto tiempo solicitará el presidente en funciones para intentar el acuerdo. 

Tras reunirse con el Rey, Mariano Rajoy explicó que debe haber un Gobierno preparado para entregar en Bruselas el proyecto de Presupuestos de 2017 a mediados de octubre, lo que obligaría a contar con un Ejecutivo a finales de agosto. Es entonces cuando se debe aprobar el techo de gasto,  enviarlo al Congreso y comenzar la redacción del Presupuesto para que el Consejo de Ministros apruebe el proyecto.

Rajoy explicó que busca un Gobierno "moderado y estable", por lo que intentará un apoyo suficiente de la Cámara para gobernar con tranquilidad. Para esto, Ciudadanos o el PSOE deberían integrarse en el Ejecutivo, y como esto no es posible, al menos eso se entiende de las declaraciones realizadas hasta ahora por la oposición, Rajoy aceptará gobernar en minoría, sólo con el respaldo de sus 137 diputados, pero con una serie de condiciones. El presidente las enumeró ayer: apoyo para el Presupuesto de 2017, compromiso de cumplir con los objetivos de déficit pactados con Bruselas, consenso en política internacional y antiterrorista, así como  respaldo para atender al desafío independentista del Parlamento catalán.

De este modo, y "en un plazo razonable", Rajoy debe presentarse ante el Congreso; antes intentará buscar los votos suficientes y para ello es necesario la abstención total o parcial del grupo socialista. El número de éstos depende de si Ciudadanos cambia la abstención por el sí. El PP y los diputados naranjas, más la de Coalición Canaria, suman 170 escaños, bastarían seis síes más u 11 abstenciones.

La rueda que Mariano Rajoy dio en Moncloa tras reunirse con el Rey finalizó en una enorme confusión, que sólo fue aclarada, en parte, por la presidenta del Congreso, Ana Pastor. Al ser interrogado por los periodistas, el presidente en funciones contestó en una de esa decena de preguntas sin respuestas claras: "Lo que le he dicho al Rey es lo que he dicho a usted, menos lo que no le he dicho a usted". Finalmente, la Constitución establece que es el candidato y que debe haber investidura; otra cosa es que renuncie en el camino.

A partir de esta mañana, el candidato hablará con los partidos, en principio con los "constitucionales" para tratar de sumar votos para la investidura. Después de ver al Rey, las posiciones de PSOE y de Ciudadanos parecen inamovibles, los socialistas anuncian el no y los naranjas, una abstención, que sólo cambiaría si Rajoy no es el candidato del PP.

El presidente en funciones justificó la necesidad de que España cuente con un Gobierno lo antes posible para hacer frente a dos retos: el de Cataluña y el de la disciplina fiscal. Esta misma mañana el Consejo de Ministros aprobará una serie de medidas respecto al desafío del Parlament, que pese a la advertencia del Constitucional, aprobó las conclusiones de una comisión creada para separarse de España. Lo que sí se deduce de lo ocurrido a la salida de Zarzuela es que las dudas arrojadas por Rajoy no constituyen un buen inicio para conseguir el acuerdo de investidura. Pero si no es así, España se acercaría a unas temidas terceras elecciones.