La salud es lo que importa

Dr. Bartolomé Beltrán

Estrategias para controlar y superar los miedos

LA mayoría de los miedos son aprendidos y todo lo aprendido se puede desaprender y también reaprender de nuevo. Así lo afirma el Dr. Fernando Sarráis en su libro El miedo, donde subraya el valor y la utilidad que representa ejercer un control voluntario de las emociones negativas, en concreto del miedo, y apuntar recursos efectivos que fomenten este dominio emocional para poder ser feliz. El miedo influye en todas las funciones psíquicas. A veces, positivamente, pues avisa de un peligro; con frecuencia, negativamente, en especial en personas miedosas.

Se trata de una vivencia psicológica perteneciente a la afectividad y cabe destacar que cuando hablamos de fenómenos afectivos es frecuente que se den juntos, formando un racimo de uvas. Lo corriente es que se den a la vez emociones del mismo signo, como es el caso de preocupación, tristeza, frustración e ira. Aunque pueden darse simultáneamente emociones o sentimientos de signo opuesto, tales como el amor-odio. Es lo que llamamos ambivalencia afectiva.

El miedo, con su cortejo de emociones negativas, mientras dura impide tener emociones positivas, lo cual produce un sentimiento de carencia de algo que se necesita para vivir feliz. Esta carencia origina otros sentimientos negativos como insatisfacción, vacío afectivo, amargura o fracaso existencial. Si una persona se deja llevar por el miedo y evita la situación que lo produce se siente cobarde y avergonzada de sí misma. Volvemos a la tristeza, a la pena, al enfado y a la frustración. En definitiva, el miedo ejerce una influencia negativa en el funcionamiento de la afectividad durante el tiempo en que se padece y, si ha habido lugar a conductas negativas, también después de haberlas padecido.

Hay cuatro conductas asociadas al miedo: huida, inmovilidad (inhibición), sumisión y lucha. Esta última, la confrontación con el estímulo o la situación temida, es una conducta positiva que lleva a disminuir el miedo a los peligros a los que el individuo se enfrenta.

En el caso de sufrimiento y miedo a sufrir, la actitud positiva es la aceptación y la negativa el rechazo.

Las estrategias preventivas y curativas de los miedos se benefician del uso de estímulos imaginarios, virtuales y reales.

Cabe destacar que la terapia cognitivo-conductual tiene una eficacia del 90 por ciento para superar los miedos mediante la supresión de los datos de la memoria que los disparan. La esencia de esta terapia consiste en la exposición gradual y repetida a las situaciones temidas en circunstancias seguras y controladas que aumentan progresivamente el sentimiento de confianza y control.

El fracaso en el aprendizaje puede tener como consecuencia el padecimiento de ciertos trastornos de ansiedad o miedos patológicos que producen un continuo sufrimiento e impiden ser feliz. Estos trastornos tienen tratamiento y pueden mejorar mucho, pero no es sencillo que desaparezcan por completo, pues están arraigados en el modo de ser, en la personalidad miedosa o ansiosa, que es muy difícil modificar. De ahí la importancia de la prevención mediante el aprendizaje temprano.

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