Salud sin fronteras

José Martínez Olmos

Investigación y sanidad

La evolución de la medicina como ciencia capaz de conseguir la utopía de acabar con las enfermedades o mitigar sus efectos en la salud de las personas, dependerá de la capacidad de investigar y descubrir nuevos avances científicos.

Es curioso, pero tengo la impresión de que la mayoría de la sociedad espera mucho de la capacidad futura de la ciencia médica hasta el punto de que habría una especie de creencia de que es algo lógico y natural, se haga lo que se haga. Y no es así, ni mucho menos. No es así porque investigar en medicina, aunque responde en primera lugar a la ancestral inquietud del hombre por descubrir las causas de las enfermedades, es algo que requiere organizacion, método y recursos.

Por eso, estoy convencido de que siempre hay espacios y márgenes de mejora para hacer que la investigación biomedica sea una acción organizada y concertada para que ofrezca a la sociedad las mayores ventajas y avances posibles. Ello debiera ser una acción organizada a escala mundial por la Organización Mundial de la Salud y a escala de la UE, por la Comisión europea. Pero mientras ello llega, hagamos las cosas bien en la escala en la que tenemos responsabilidades directas: en España. Creo y afirmo que la investigación biomedica en España no aprovecha el potencial de nuestra sanidad pública. Un sistema que es (casi) universal y que dispone de servicios y de profesionales de gran nivel, tiene un potencial para la investigación muy superior al de otros sistemas europeos. Y hoy, no está suficientemente aprovechado ese potencial.

La colaboración entre la sanidad pública y las empresas que invierten en investigación debe reforzarse, potenciarse y controlarse más y mejor. Para ello hay que cambiar muchas cosas para permitir reconocer los esfuerzos de las empresas, de los profesionales y del propio sistema público de salud. Hay que cambiar muchas cosas para dar transparencia absoluta a todas las acciones de investigación que se desarrollan cada día en nuestro sistema sanitario y asegurar que se hacen con criterios de máxima exigencia ética social y profesional.

Y cambiar muchas cosas para asegurar que todo lo que se hace en esta materia beneficie (y no perjudique) a los pacientes y sobre todo, respete los derechos de los pacientes. Llegados a este punto, la pregunta fundamental es la siguiente: ¿podemos estar satisfechos con el rendimiento de nuestra sanidad pública en materia de investigación en biomedicina?.

En mi opinión, claramente no; aunque hay ensayos clínicos en marcha (y los ha habido) de gran nivel. Pero podría y debería haber más y mejores. Con más recursos, con más transparencia y con más garantías éticas. Aspiremos a más, porque ello es posible. Hagamos un planteamiento estratégico en clave de Estado y en clave inclusiva como hicimos otros entre 2004 y 2011; ganaremos mucho en inversión, empleo, desarrollo y salud.

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