Bajo Palio

"Almería, templo abierto a la fe"

  • El presidente del Colegio de Médicos, Francisco Ortega Viñolo, pronunció ayer en el Teatro Apolo el pregón de la Semana Santa y pidió a las cofradías que den ejemplo de silencio y oración en las calles

"A todos los almerienses os pido que, además de admirar el esplendor de los desfiles procesionales y su aire festivo, acompañéis con amor y fe a vuestros Cristos y Vírgenes por nuestras calles y plazas". Así lo expresó Francisco Ortega Viñolo, presidente del Colegio Oficial de Médicos y pregonero de la Semana Santa, durante la lectura de la exaltación oficial que tuvo lugar en la mañana de ayer, en un acto organizado por la Agrupación de Hermandades y Cofradías de la ciudad y celebrado en el Teatro Apolo de la capital almeriense.

El doctor Ortega Viñolo afirmó que su pregón es un claro manifiesto "personal y público de mi compromiso con el Evangelio de Cristo y con su Iglesia, en momentos en los que vientos huracanados laicistas quieren barrer nuestras raíces religiosas. Nada ni nadie, podrá arrebatarnos la doctrina de Cristo, porque tenemos la certeza, de que muriendo como Hombre y resucitando como Dios, es hoy nuestro único guía".

El pregonero hizo una aproximación a la imaginería cofrade para intentar describir los aspectos médicos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret "como hombre, pero nunca sabremos qué pasó en aquel dramático proceso porque Cristo también era Dios". La escena del Huerto de los Olivos es para mí, manifestó Ortega Viñolo, de lo más conmovedor del Nuevo Testamento. "Jesús entró en oración y en lugar de huir, rezó y esperó, porque frente a la soledad, al dolor, a la tristeza, a la desesperanza, la mejor respuesta, nos la da Jesús, y es la oración".

Como médico, el pregonero se refirió al fenómeno que describe el evangelista Lucas sobre la hematidrosis, o sudar sangre, explicando que éste es un fenómeno excepcional que puede darse en la juventud o edad media de la vida ante situaciones extremas emocionales, que dan lugar a eliminación de sudor y sangre a través de las glándulas sudoríparas.

Respecto al momento de la flagelación de Jesús, el pregonero dijo que la narración de la misma nos produce hoy auténtico horror. "Con el cuerpo semidesnudo, recibe latigazos sobre su espalda, hombros y región toraco-abdominal por verdugos, hombres fornidos y jóvenes que le produjeron lesiones traumáticas en la piel con perdida de sangre, lesiones pleurales, pericárdicas, hepato-renales y músculos respiratorios".

En los momentos previos a la crucifixión, el pregonero revivió el camino del Calvario por la Vía Dolorosa, "que he tenido el privilegio de recorrer en Jerusalén". En su tercera caída apenas puede levantarse y le obligan a seguir. "Es nuestro Cristo de Salud y Pasión, es mi Cristo de Salud y Pasión, que el imaginero con gran realismo nos lo presenta con la boca entreabierta, respiración jadeante, la corona de espinas sobre su cabeza, de donde brotan gotas de sangre que bajan hacia su frente, cara y cuello. Sus ojos, con mirada indefinida.; su rostro es la expresión de dolor, tristeza y profundo abatimiento".

Ortega Viñolo resaltó durante la agonía de Jesús su gran dificultad respiratoria, la sed, la anemia aguda, el corazón y la anoxia cerebral, siendo fundamentalmente los determinantes de la muerte de Jesús el shock hipovolémico, por pérdida de sangre y líquidos; la asfixia, y el paro cardiaco, por arritmia ventricular.

¿Dónde estaba María en estos momentos trágicos de la vida de Jesús? se preguntó el pregonero. "María Santísima seguía a su Hijo camino del Calvario, investida en éste de la maternidad de la Iglesia y de toda la Humanidad, plenamente aceptada por ella. Las distintas advocaciones marianas son el hermoso rosario de la expresión del amor de los almerienses a la Madre de Cristo".

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