La Santa Cena

Aniversario con señorial empaque

  • La Cena cumplió sus primeros 25 años de historia con un gran desfile procesional

En el ocaso del sol y radiante tarde, entre la plaza de San Pedro y la Calle Ricardos se abrieron las majestuosas puertas de la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, antiguo convento de San Francisco, y comenzó la sublime Estación de Penitencia de la Hermandad Eucarística de la Santa Cena y María Santísima de Fe y Caridad, atravesando la Cruz de Guía el dintel con sus dos secciones de nazarenos revestidos con túnica y antifaz blanco de cola recogida y cinturón de esparto, dando un sentimiento de solemnidad, recogimiento y distinción penitencial a todo el impresionante cortejo procesional.

Podría decirse que Almería entera se encontraba en el casco antiguo, no cabía ni una alfiler, para visualizar a la Cofradía penitencial y sacramental de hacer proclamación pública de la fe, convirtiéndose los penitentes con el cirio de la luz pascual en imagen y signo del Sacramento del Dolor de Dios en el Señor de la Santa Cena con total silencio en ofrenda y rito ante el altar, santo y seña en las calles almerienses.

En el interior del templo antes de comenzar la Estación de penitencia se llevaron a cabo las preces de ritual dirigidas por el distinguido cofrade Manuel Guerrero Manrique y el muy Ilustre Esteban Belmonte Pérez, canónigo y consiliario de la Hermandad.

Pero el sentimiento más sensible y de mayor emoción llegó tras el Guión Sacramental y tras él, el Paso de Misterio de la Santa Cena, adornado floralmente con iris morados, que representa a Jesús rodeado de apóstoles durante la Cena Pascual, en dónde Jesús bendice el Pan y el Vino, instituyendo la Eucarística en el día del Amor fraterno. La imagen sagrada del Señor de la Cena de Navarro Arteaga, lució una túnica en tisú de plata y un mantolín rojo de gran dimensión.

El Paso de Misterio Eucarístico, dirigido magistralmente por Manuel Flores López, a cuyas órdenes se encontraban 75 costaleros, iba avanzando al son de las marchas procesionales interpretadas por al Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Prado de Ciudad Real, hasta adentrarse por las centenarias calles del casco antiguo de la ciudad para ir a la llamada conventual y ascética de los Conventos de clausura de las Esclavas del Santísimo Sacramento y la Inmaculada, Orden de Santa Clara y Concepcionistas Franciscanas (Las Puras), a quienes realizaron una ofrenda floral por parte de la Hermandad en señal de cariño y admiración por su vocación de servicio a Dios y la Comunidad, invocando las religiosas, tras las rejas de la clausura, oraciones piadosas en la plenitud de la noche del Triunfo Eucarístico como suprema lección de amor. Fueron momentos de profundo recogimiento piadoso seguido por numerosos fieles y público que abarrotaban los aledaños de los únicos tres conventos de clausura en la capital.

Tras el paso de Misterio, el segundo tramo de nazarenos, precedido del estandarte corporativo bordado por José Manuel González Hinojosa, y el Libro de Reglas para llegar, al sublime Paso de Palio de Nuestra Señora de Fe y Caridad, adornado floralmente con rosas blancas y en el frontal del paso azahar, dirigido suavemente en las mecidas por el destacado capataz Benjamín González Jiménez y los 45 costaleros a su cargo, a los sones musicales de la Banda Municipal de Música de Berja.

Todos cuantos presenciaban la bella imagen de la Virgen de Fe y Caridad salida de la gubia de Álvarez Duarte recibían el calor oscilante de la candelería, las ráfagas olorosas de flores e incienso, y el rumor del chisporroteo de la cera, clavando sus ojos anhelantes en el corazón de la Madre espiritual y soberana del Domingo de Ramos almeriense.

La Virgen fue vestida con exquisitez y dulzura por la cofrade Ana Pallares, estrenando nueva saya. En esta efemérides fundacional siempre se tuvo un recuerdo emocionado para Juan Sánchez hermano mayor fallecido. La presidencia estuvo compuesta por Rafael Romero y Esteban Belmonte, hermano mayor y consiliario respectivamente.

La cofradía puso de manifiesto su señorío y empaque a lo largo de todo el desfile procesional.

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