Coronación

El Martes Santo se hace más grande

  • Tras un año ausente, la cofradía de Los Molinos volvió a recorrer el Paseo

A la hora señalada, cinco y diez de la tarde, se abrieron las puertas del templo de Santa María Magdalena en el popular y señero barrio de Los Molinos, cuna generosa de cofrades, para recibir entre alabanzas y piropos de oración a la cofradía de la Coronación, sintiéndose agasajada cariñosamente por el gentío que abarrotaba sus calles molineras adyacentes al templo y acompañarla en su retorno a la carrera oficial, gran arteria pasional almeriense.

Realizadas las preces de ritual en el interior del templo por la dirección espiritual, comenzó con un cúmulo de belleza, de arte y religiosidad inigualable el cortejo procesional con la elevada cruz de guía flanqueada por dos secciones de filas de nazarenos con fervoroso espíritu, vistiendo túnica y esparteñas blancas con capuchón, capa y cíngulo morado y burdeos con largos cirios pasionales blancos que iluminaban el atardecer del Martes Santo almeriense, así como toda la liturgia simbólica del cortejo procesional.

Varios niños portaron unos cojines en color morado, en donde se deposita sobre ellos la clámide, la corona de espinas, el látigo y la caña como cetro del Señor. Posteriormente, el estandarte del Señor de la Humildad y Paciencia sobre terciopelo morado en oro, sedas y aplicación con pintura anónima, Libro de Reglas y Estandarte corporativo que representa a la corporación cofrade en la protestación pública de la fe católica, apostólica y romana.

Tras los 120 penitentes que formaron el cortejo, las gentes del alma popular de Los Molinos y muchos otros venidos de otras latitudes, con ternura y fina sensibilidad cristiana y cofrade, recibieron la presencia del paso de Misterio, profusamente adornado con claves rojos.

El Señor de la Humildad figuraba en presencia del sumo sacerdote y un romano, siendo dirigido el paso con maestría y arte por el capataz Francisco Javier Jiménez López, para adentrarse en las laberínticas calles molineras camino del centro de la ciudad al son de marchas procesionales interpretadas por la Agrupación Musical María Santísima de la Cabeza, de Esfiliana. Hay que destacar que entre los costaleros de esta cuadrilla figuraba el hermano mayor de la cofradía, José Antonio Sánchez.

Tras el Paso de Misterio, en el atardecer alargado de la tarde mariana y marina almeriense, se produce la llamada del capataz para que comience la andadura procesional del paso de Palio de María Santísima de Gracia y Amparo en su conversación sacra con San Juan Evangelista, Reina celestial de Los Molinos, amor de los amores de los molineros, bella imagen del escultor Salvador Madroñal vestida solamente para la ocasión por el cofrade José María Saldaña.

El adorno floral del paso de palio fue realizado con claveles, gladiolos y lilium blanco, azahar y tuya. Este año se estrenó en el techo una pintura de Gloria de María Auxiliadora realizada por Manuel Prados Guillen, y que al son de música, cadencia, ritmo y armonía de sus costaleros comenzó su letanía en la estación de penitencia con las marchas de la Banda de Música Los Iris de Instinción.

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