Bajo Palio

Un silencio de Vía Crucis que cautiva

  • En diferentes lugares se llevó a cabo un emotivo toque de silencio y oración

Por los aledaños de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia (SAFA), en la tarde noche del Martes Santo se veían llegar desde todos los puntos periféricos, en total silencio y compostura penitencial, cientos de nazarenos revestidos con antifaz y túnica de tergal negra, medalla de hermano, guantes negros y cordones blancos, en cuyos extremos se hacían dos nudos que caían próximos al pie derecho, y zapatillas de lona y cáñamo negras con puntera y filos blancos, y calcetines negros, para incorporarse al cortejo procesional del Vía Crucis Penitencial de Silencio con el Santísimo Cristo del Perdón. El Presidente, Alfredo Casas López, acompañado por los Esclavos del bombón, fue recogido protocolariamente en su domicilio, para desplazarse al lugar de encuentro, y comenzar los actos preparatorios para el inicio de la Estación de Penitencia. Previamente, el Presidente y la Vocal de Liturgia, Encarnación Molina se acercaron a la Iglesia de San José, recibidos por el canónigo magistral, Juan José Martín Campos, y rendir veneración con el rezo de una oración al primitivo Cristo del Perdón, que finalmente dio nombre a la corporación cofrade.

En la SAFA, bajo la dirección espiritual del consiliario, Francisco Salazar Zamora, se llevó a cabo el acto penitencial, con plegaria colectiva, en el que se da lectura para su meditación y reflexión al Manifiesto del Martes Santo. Este Manifiesto es una singularidad de esta Hermandad penitencial, de cómo debe de vivir un hermano cofrade la labor de apostolado y de evangelización en los ámbitos donde se desenvuelve, en la vida profesional, doméstica, de hermandad, etc., mostrando el auténtico rostro del Cristo del Perdón a todos cuantos nos rodean.

Antes de iniciar la Estación, se tuvo un recuerdo especial para quien fue durante muchos años cornetín de órdenes de la Hermandad, José Segado Lozano, fallecido recientemente. Tras la reflexión del acto penitencial y las palabras del Presidente, el cortejo procesional se dirigió en absoluto silencio a la Iglesia de San Ildefonso, realizando Estación de Penitencia ante el Sagrario, y tras el sonido del cornetín de órdenes invocando el silencio, a las 22 horas, con tocó atención, se abrieron las dos puertas de la Iglesia para comenzar el Vía-Crucis Penitencial de Silencio, cuyos costaleros, además de hacer el voto de silencio, fueron descalzos, haciendo juramento de obediencia y fidelidad a las Normas Penitenciales. Todos los disciplinantes nazarenos con sus pies descalzos, formaban la comitiva penitencial, participando en el cortejo impregnados de los principios fundacionales de esta Hermandad: silencio, austeridad y penitencia, y con los pies descalzos, llevaban con unción y reverencia todos los enseres litúrgicos de la Cofradía, envueltos por nubes de incienso cuyo olor de templo se mezcla con ese otro de jardines que nos trae la exuberante primavera y que impregnan con su fragancia el ambiente fúnebre de evocación de las penas y amargura del Cristo del Perdón.

Comenzó el Vía-Crucis Penitencial con la Cruz de Guía Arbórea franqueada por dos hermanos que portan dos faroles guías de viático en incensarios con unos cirios negros. Adentrándonos más en el Vía-Crucis nos encontramos con la Banda, formada por tres tambores y diez timbales en formación de cruz. A continuación, venía el Estandarte de la Hermandad, de fieltro bordado con hilo blanco, que llevaba impreso el escudo de la Hermandad por un lado, y por el otro, una corona de espinas portada por dos golondrinas. El Cristo del Perdón, un crucificado, obra póstuma de Palma Burgos, iba portado el Paso, sin más adorno floral que los miles de pétalos que le arrojan desde los balcones, por 24 hermanos costaleros descalzos, dirigidos por el jefe de costaleros Antonio Guerrero Trujillo, y el ayudante Luis Rueda.

El toque de silencio se llevó a cabo en distintos lugares: en la Iglesia de la Compañía de María, anterior sede canónica, abriéndose las puertas del templo en señal de comunión eclesial; en la Iglesia de la Sagrada Familia consagrada para católicos de rito bizantino; en la confluencia de la puerta de Purchena, recordando espiritualmente la cercanía de las Iglesias de Santiago Apóstol y San Sebastián y en los aledaños de la Calle María Guerrero, al no poder discurrir por la Casa de Hermandad.

Sobre las dos de la madrugada, noche afligida y doliente, con el toque de la trompeta, simbolizando la oración y el silencio, finalizó el Vía Crucis, y después de unos minutos de rezo y meditación, el Presidente Alfredo Casas López, ordenó que el Guión de la Hermandad retornara a los Salones parroquiales, para ser expuesto y custodiado hasta su regreso a la Casa de Hermandad.

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