Cultura

El desenlace previsto

  • Escritores y editores cercanos a Leopoldo María Panero recuerdan la trágica vida del poeta y el brillo de su primera obra.

El narrador y poeta Luis Antonio de Villena ha recibido la muerte de Leopoldo María Panero como "algo esperado desde hacía muchísimos años. Todos lo que le conocíamos siempre suponíamos que Leopoldo iba a morir joven; pensábamos que iba a ser el primero de su familia en morir y ha sido el último", ha afirmado el autor, muy cercano a Panero desde joven y amigo de la familia. De él destaca que era "una persona que buscaba la muerte. Siguió un camino de autodestrucción, que podía ser malo, podría estar uno de acuerdo con él o no, pero era el que había elegido. Y si le hubieran dejado seguir este camino, habría muerto hace mucho".

De Villena plantea que los 30 años que Panero pasó en instituciones psiquiátricas, "prisionero de la medicina legal", debería provocar una reflexión sobre "hasta qué punto la sociedad puede hacer lo que ha hecho con él" y "si vivimos en una sociedad tan buena como nos quieren hacer pensar o no". "En esos años nunca mejoró, se le podía considerar un preso de la medicina. Si en el manicomio -porque a él no le gustaba decir psiquiátrico, sino manicomio- le hubieran curado, todo habría tenido sentido, pero simplemente le contuvieron, e iba lentamente a peor". Así, afirma el escritor, Panero "se convierte en una metáfora terrible contra todos", en mitad de una sociedad "totalitarista, dominada por mediocres, que están imponiendo un autoritarismo nefasto".

El editor Chus Visor, quien mantuvo una estrecha relación personal y profesional con el fallecido escritor, se ha pronunciado sobre la muerte de quien ha sido, según sus palabras, "el único poeta maldito en España. De palabra ha habido muchos más, pero el único poeta genial que ha habido en muchos años ha sido él", afirma con rotundidad tras recordar sus más de 40 años de amistad con el poeta y su familia. Su vinculación profesional con el autor, a través de la publicación de diversos volúmenes de Panero, continuó en los más de 40 años en los que el poeta estuvo recluso en diferentes instituciones mentales; una temporada en la que, como recuerda el editor, nunca dejó de crear: "Seguía escribiendo y seguía escribiendo, aunque en los últimos ocho o diez años eran reiteraciones".

El editor barcelonés Jorge Herralde ha considerado que Leopoldo María Panero fue un grandísimo poeta, muy inteligente, y del que quedará "el recuerdo del fulgor" por sus poemas con "imágenes imprevistas". Herralde ha rememorado que conoció a Panero en la Barcelona de finales de los años 60, donde fue un "personaje recurrente, muy amigo de Ana María Moix -fallecida el pasado viernes- y de Félix Azúa". Asimismo, ha opinado que junto con Pere Gimferrer y Ana María Moix fue el tercer novísimo en "brillar de forma espectacular".

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El escritor Antonio Colinas, amigo del poeta, ha asegurado que "debido a su actitud radical, Panero había acabado siendo un rupturista y un maldito, algo que responde tanto a su vida como a su obra". Colinas ha explicado que "existían dos Lepoldo María Panero", por lo que el autor de Así se fundó Carnaby Street, Last River Together o Poemas del manicomio de Mondragón puede ser visto de dos maneras: como un poeta "llamativo y provocador" o, más al trasluz de la vida, como una persona "torturada por su desarraigo familiar".

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