SIENTO mucho la muerte de Facundo Cabral, cantautor, y por tanto, colega de profesión, amante de la poesía de Walt Whitman, pacifista y ciudadano ilustre de la ciudad de Buenos Aires. Me duele que la bala de un asesino acabara con su vida, una bala que ni siquiera iba dirigida a él. ¿Qué daño puede hacer un hombre cuyas únicas armas son la fuerza de su voz, su corazón y su guitarra? Me conmueve mucho que mi querido hermano Alejandro Romano, autor del Blog sobre Canción de Autor más leído en América: El templo de las borracheras, me cuente emocionado la grave pérdida de su compatriota Facundo Cabral, gran hacedor de canciones y pionero del folk argentino. Maldita madrugada en Guatemala. Quizá Ricardo Arjona ya le esté escribiendo una elegía a Facundo. Afortunadamente, a los músicos les sobreviven sus canciones que curan heridas y dejan mejor huella que las balas de cualquier sicario.

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