opinión

Gonzalo Hernández Viciana

La evolución de Windows

DESDE que hizo su aparición el Windows 3.1, allá por el año noventa y dos, se puede decir que Microsoft ha dominado el mercado de los ordenadores. Cierto es que Apple presentó batalla con sus Macs, pero no fue hasta que lanzó el iphone que se convirtió en un riesgo real para la hegemonía de la compañía de Bill Gates. La llegada del ipad provocó un terremoto tecnológico en cuanto a la forma de interactuar con el sistema operativo: se acabó la dependencia del ratón y del teclado. Lo mismo pasó con el Android de Google, otro sistema pensado para teléfonos y tabletas.

Mientras, Windows se ha quedado atrapado con un interfaz obsoleto, haciendo modificaciones burdas para poder usar las manos en los pocos equipos multitáctiles que hay para trabajo serio. Pero eso parece que se ha terminado. Dentro de poco saldrá a la venta el Windows 8, y la novedad fundamental será un diseño totalmente volcado al uso de las manos, con iconos gigantes y gestos para manejar los programas. Asustados por el éxito de sus rivales, en Microsoft saben sin embargo que cuentan con una ventaja clave: los programas. Las utilidades para trabajar de verdad en Android o en el ipad no son ni la milésima parte de lo que se encuentra en Windows. Si alguien quiere trabajar en Photoshop, por ejemplo, se tiene que conformar con versiones muy recortadas si usa una tableta. En unos meses eso cambiará, con el lanzamiento de multitud de tabletas que funcionan bajo Windows 8, y con toda la potencia y capacidad de un portátil. De hecho, muchos fabricantes están presentando estos días equipos que van a contar con un teclado de quita y pon de tal forma que las tabletas serán indistinguibles de un portátil. El concepto es brillante: si quieres trabajar le pones el teclado.

Cuando te quieres tumbar en el sofá y vaguear, se lo quitas. El problema es que en Microsoft han querido contentar a todo el mundo, y habrá una versión compatible con procesadores ARM, los que se usan en android sobre todo. La ventaja de los ARM es que son muy, muy baratos. Pero los programas de ordenador que tenemos todos no funcionan a menos que el procesador sea un Intel de toda la vida (o su rival AMD). Por lo tanto los creadores del software tendrán que crear versiones nuevas de sus programas, y los usuarios no podremos instalar lo que ya tenemos en esas tabletas. Así que habrá que estar atento cuando vayamos a comprar una con Windows 8: ¿Será la "buena" con el procesador Intel o será la barata con ARM? Lo que está claro es que ahora le tocará mover ficha a Apple y a Google. Ya no bastará con jugar al angry birds y ver internet.

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