opinión

Gonzalo Hernández Viciana

El móvil sin el móvil

AHORA que todos hemos visto las ventajas de tener un teléfono que sirve para varias cosas más aparte de llamar,como navegar por internet, enviar mensajes y chatear con los amigos sin pagar una fortuna (gratis de hecho) o jugar a disparar pájaros con un tirachinas, el mercado se ha dado cuenta de que pagaríamos por tener todas esas cosas en la tele del salón. Existen desde hace tiempo los televisores inteligentes, con acceso a Internet limitado y ciertas características interactivas, pero los que tenemos aparatos de hace unos cinco años o más, o que no son de gama alta no teníamos esa opción.

Pero ahora varias empresas están presentando, gracias a la economía de escala y la miniaturización de la telefonía móvil, ordenadores del tamaño de un lápiz USB. Son básicamente todos los componentes de un teléfono móvil Android pero sin la parte que hace llamadas. Cuentan con conexión wi-fi para acceder al Internet de casa, y mediante Bluetooth o USB se conectan a cualquier teclado y ratón que tengamos por ahí. Incluso tienen una ranura para insertar una tarjeta de memoria externa. Con su pequeño procesador y memoria nos sirven para pequeñas pero imprescindibles tareas, como mandar un email, en cualquier pantalla que tenga una conexión HDMI.

Lo mejor es el precio, entre cincuenta y cien euros, que van a permitir a todo el mundo disfrutar de las ventajas no relacionadas con el habla de tener un móvil. Si tenemos un monitor o un televisor con HDMI guardado en el trastero es el momento de recuperarlo. De momento no contarán con la potencia necesaria para jugar a videojuegos tridimensionales o ejecutar programas muy complejos, pero como todo lo relacionado con la informática, es cuestión de tiempo. En el ámbito del PC puro y duro existe algo similar, llamado Raspberry Pi, un ordenador con todas las de la ley del tamaño de una tarjeta de crédito con todas las conexiones necesarias: video, audio, USB, red... No funciona con windows, pero aún así es digno de elogio: es capaz de reproducir video de alta definición con calidad de Blu-ray, o ejecutar juegos equivalentes a los de la primera Xbox.

Empezó siendo un proyecto para desarrolladores de software, para probar los programas, pero el interés ha sido tan grande que a día de hoy es difícil comprar uno por los veinticinco dólares que cuesta, se agotan enseguida. ¡Veinticinco dólares! Esto quiere decir que dentro de poco habrá clones de otras marcas por aún menos precio, y acabaremos con ordenadores en, literalmente, todas partes (menos en los campos de fútbol, pero de eso ya hablaremos en otro artículo).

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