Otro punto de vista

Raúl / montoro

El papa jorge mario

RESULTA difícil encontrar el sentido de la vida desde el dolor, la pena o la desgracia, estados emocionales estos que aproximan a la muerte, la misma que, cuando se piensa, avoca a un grande e inconcebible abismo. Pocas personas se atreven a abrir su mente a tan arriesgado y temible ejercicio, y menos son las que realmente osan asumir lo que intuyen ver detrás de ella. Tras consumar ese proceso intelectual de pensamiento, que cada cual realiza en distintos momentos, unos asumen su existencia desde el más puro materialismo, y otros aceptan una visión algo más contemplativa, impregnando su día a día de espiritualidad.

Por lugar de nacimiento y cultura imperante, es el catolicismo y la santa madre iglesia la que llena esos espíritus, en vida y frente a la muerte. Esa comunidad, el pueblo de Dios (según el Concilio Vaticano II), ha elegido esta semana sucesor de San Pedro, el Santo Padre que aliviará los pecados terrenales de tantas almas. Francisco se ha hecho llamar, siendo jesuita. Y quien encarna a tan gran personalidad, es una simple persona, llamado Jorge Mario, licenciado en ciencias y filosofía, hijo de emigrantes italianos, acogidos por el país del mate y la tierra de San Martín. Como el santo de Asís, deberá buscar la fraternidad universal, del todo necesaria para corregir las desigualdades y desmanes provocados en los últimos tiempos, que son muchos. No le faltará trabajo. En su primera homilía destacó su semblante humilde, así como la cercanía deducida de sus gestos y su italiano imperfecto, por momentos, orado desde el balcón de la plaza vaticana. Rasgos ellos que lo acerca a sus siervos, y lo aleja de esa curia romana que vende tecnocracia y arrogancia gobernando los designios de la cristiandad. Esa contradicción no deja de ser desconcertante: la fe sumida en sencillez, caridad y ayuda al prójimo, pero empañada por la apariencia, opulencia y distancia de los que dicen dirigirla. Prediquen con el ejemplo. Esperemos que los primeros gestos vistos al nuevo obispo de Roma, el Papa Jorge Mario, no haya sido un espejismo. En terminología bíblica, los católicos (practicantes o no) necesitan un pastor fiel a los principios que forjaron hace más de dos mil años, en vida y sobre la cruz. Necesitan un nuevo tiempo en este nuestro tiempo, pasar página a los anacronismos que alejan almas de la tranquilidad, compresión y salvación que buscan. Ahora toca dar ejemplo, la misa ha terminado (Ite, misa est).

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