TAL vez una buena manera de evidenciar atisbos de genialidad sea la desenvoltura con que alguien se muestra capaz de concatenar ideas, construir argumentos, abrir hipótesis inadvertidas y, todavía con mayor excelencia, reconciliar, aproximar y hacer complementarias grandes dialécticas. Una, por lo demás conocida, concierne a los vastos dominios de la ciencia y de la fe, pero no es la que quisiera traerles ahora a colación. Sin embargo, importa referir el pensamiento de un gran científico español, Manuel Losada Villasante, premio Príncipe de Asturias, que ha hecho de la luz la más cotidiana referencia de sus investigaciones. Porque, afanado en ese empeño de acercar, incluso de reconciliar, ciencia y fe, sostiene la creación del universo, el "Hágase la luz", a partir de una suprema inteligencia. Esto es, un saber omnisciente, capaz de programar leyes que, de acuerdo con las constantes universales, propiciaran una evolución fisicoquímica, bioquímica y biológica hasta conformar el ser humano. Pero este empeño es mayor y hay otros algo más a mano.

Así, la filósofa Eulalia Bosch, por acertada iniciativa de la Asociación REDES, puso recientemente su elaborada reflexión en otra empresa de cercanía, la del arte, junto a la ciencia, para comprender la realidad y propiciar el conocimiento. A la misma vez que el científico, la filósofa apeló a la luz -y a su reverso, la sombra- para ofrecer algunas claves educativas. E importó no sólo lo que dijo, sino como lo dijo, porque caracteriza también a la genialidad ese difícil modo de expresar con sencillez lo que resulta arduo y casi inextricable. Relató, entonces, el singular hallazgo de un neologismo, "difácil", cuando, hace años, preguntado un pequeño sobre qué le parecía una tarea, respondió, después de titubear un momento, pues eso mismo, "difácil". Circunstancia que, también lo apuntó, no es sino el resultado de una alternancia de luces y sombras -ahí el titubeo- que genera conocimiento. Y, en no pocas ocasiones, éste requiere palabras nuevas para tomar forma y espacio. Parecido juego es el de la palabra y el silencio, porque el surtidor de aquéllas suele estar en la introspección silenciosa -se piensa en silencio-. El arte, en definitiva, reúne saberes diversos y, aplicados a ella, el conocimiento crece y se afirma. Puede que sean empeños, el del científico y la filósofa, "difáciles", pero al exponerlos hacen patentes los destellos de la genialidad.