La Buhardilla

Manuel Lucas Matheu

Una asignatura pendiente

ANTE el hecho sexual, muchos padres y muchos educadores reaccionan como los niños cuando algo les asusta o les intimida: se tapan los ojos creyendo que de este modo el problema desaparecerá. Sin embargo, aunque una parte importante de nuestra sociedad siga cerrando los ojos, la realidad es que la sexualidad es un hecho ineludible que vertebra nuestra existencia. Por esta razón, el papel de los padres puede ser decisivo en futuro sexual del niño y de la niña, especialmente en el primer año de vida. Los padres son las principales figuras de apego en el proceso de vinculación afectiva. Acariciar, abrazar o acunar de forma cotidiana al recién nacido, es más importante de lo que suele creerse, para su futura madurez sexual. Sin duda, aun sin ser expertos, los padres pueden desempeñar un importante papel en la educación sexual, a veces sin ser conscientes de ello. Desde el principio, querámoslo o no, con nuestros comportamientos y actitudes influimos decisivamente en el futuro de la vida sexual de las personas que nos rodean.

Hacer o no educación sexual: un viejo e inútil debate. El proceso de vinculación afectiva en los primeros años de vida, la actitud de los padres ante la sexualidad, los cuentos, las revistas, los otros niños, las amistades, la televisión, el cine, la escuela, internet, etc., producen una amalgama desordenada y caótica de continuos mensajes sexuales, que conforman una modalidad de educación sexual informal, que es la que más frecuentemente todos hemos recibido y seguimos recibiendo. Esto es inevitable, es decir, que no podemos elegir si hacemos o no educación sexual. Lo que sí podemos decidir, es implicarnos o no en procurar a nuestras futuras generaciones la formación y la información necesaria, para ayudarles a digerir mejor la lluvia ingente de mensajes sexuales de todo tipo, que cotidianamente reciben, y a saber elegir con conocimiento y madurez. Implicación que debería ser de la sociedad en su conjunto, incluyendo no solo al sistema educativo y el sistema sanitario, sino otras administraciones y la sociedad civil organizada, y por supuesto las familias. Llevamos años con estos debates y es necesario responsabilizarnos más del futuro de nuestras generaciones, desde todos los ámbitos, y no dejando la responsabilidad a uno solo. Responsabilidad importante, porque la sexualidad, por más que queramos ningunearla o frivolizarla, influye decisivamente en nuestras vidas.

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