La buhardilla

Manuel / Lucas Matheu

Tercer sexo

ALEMANIA se convertirá, a partir del próximo 1 de noviembre, en el primer país europeo en permitir, que en los certificados de nacimiento, no se registre el sexo de los recién nacidos. Dentro de toda la regresión y el desastre social, que Merkel está imponiendo a Europa, es un alivio ver en ella algún atisbo humanitario. Y ustedes se preguntarán, que tiene de humanitaria esta ley. Siempre se habla de homosexualidad y transexualidad. Para mal casi siempre, como ocurre ahora en la Rusia de Putin. Y además, solemos confundir ambas. La homosexualidad es desear a las personas del mismo sexo. La transexualidad es desear ser del sexo contrario, al que biológicamente se tiene., lo cual es bastante diferente. Pero si hablamos de intersexualidad, ya la confusión es mayor. Una persona con intersexualidad, tiene un sexo biológico ambiguo. Es decir, no claramente diferenciado, ni hacia lo masculino, ni hacia lo femenino. Todas producen sufrimiento. La homosexualidad por la intolerancia social. En la transexualidad, a la intolerancia social, se le une la terrible sensación de estar encarcelados en un cuerpo que no sienten como suyo, y en muchas ocasiones, la necesidad de someterse a un tratamiento médico-quirúrgico, para salir de esa "cárcel". Pero la intersexualidad, menos conocida, más que la intolerancia, se enfrenta a la incomprensión y la ignorancia, no solamente de la ciudadanía, sino de muchos profesionales. Y a veces a la curiosidad morbosa. Pero sobre todo a un tremendo problema, con sentimientos intensos de desubicación y de vacío, en relación a la identidad sexual. Sería como el tercer sexo, que por supuesto socialmente no está en absoluto admitido, y que es una solución que las personas con intersexualidad, desechan. Por tanto, estas personas, ante todo necesitan ubicarse, situar su identidad sexual. Las intersexualidades son múltiples y variadas. Y desgraciadamente muy poco investigadas, sobre todo en lo que concierne a los pasos a seguir, para no equivocar el camino hacia la definición de la identidad sexual. La mayor parte de ellas necesitan tiempo, observación, estudio y tratamientos adecuados, porque aunque, cada intersexualidad pertenece a un síndrome concreto, cada una, a su vez, es diferente. Y este tiempo es el que concede esta ley, que aparte de humanitaria, aporta algo de sabiduría, ante tanta ignorancia, porque no obliga a precipitar una solución, que a veces ha demostrado ser desastrosa, precisamente por la necesidad legal de adelantarla a los estudios y los protocolos de tratamiento. Que cunda el ejemplo.

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