EL Almería se refugiaba en el toque y la distribución de Corona. Ironías del destino, el talaverano se ha convertido en un baluarte de la lucha por la permanencia después de haber permanecido en el ostracismo durante gran parte de la temporada. Me hago de la frase de Paco Gregorio en su crónica de anteayer para escribir este artículo. Este bonito deporte regala felicidad a los aficionados, hace que te vayas a la cama excitado, sin poder dormir, que en un instante estés en las cloacas y segundos después te creas el rey del mambo. Pero aparte de eso, el fútbol es misterioso. De mediapunta pasas a mediocentro, de titular y parte clave en el ascenso a jugar 167 minutos en 25 jornadas. Y ahora, de defenestrado en cuanto a minutos disputados se refiere a pieza clave. Porque en este tramo final Corona va a ser más Corona que nunca, ya sea partiendo desde el banquillo o en el once. A sus 33 años habrá perdido ciertas cualidades, pero el que tuvo clase la retiene para siempre. Corona es ese jugador intermitente, pero que da gusto ver. Desplazamiento bien en corto o bien en largo, clase, mucha clase, es necesario en este tramo final del curso.

En un equipo plegado de cedidos, con el compromiso de algunos de éstos bien puesto en entredicho, los galones y la garra de Miguel Ángel son clave. Sí, el lunes brilló Aleix Vidal, pero el trabajo de Corona fue encomiable. Algunos pueden alegar que es muy fácil hablar tras las victorias, pero se equivocan. El periodismo no consiste en eso. No se trata de aplaudir siempre o de silbar día tras día, sino de contar lo que ocurre.

Y si Pepito hace un mal partido, pues se cuenta. Y si lo clava, también. PD: Esperemos que el mayor de los Teixeira pase desapercibido esta noche. Es lo mejor que le puede pasar a un árbitro acostumbrados al protagonismo. Eso o que son malos, muy, muy, muy malos.

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