La tribuna

Javier Soriano Trujillo

El flanco sur de la OTAN

EN la primera semana de septiembre tendrá lugar en la ciudad de Gales la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de las naciones integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Esta organización tiene sus orígenes en la firma del Tratado de Washington de 1949, mediante el cual doce naciones de ambos lados del Atlántico (Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Holanda, Portugal y Reino Unido) se comprometieron a defenderse mutuamente en caso de agresión armada contra cualquiera de ellos. Actualmente, la OTAN cuenta con 28 naciones miembros, 22 socios de cooperación en el Consejo de Asociación Euro Atlántico (CAEA), 7 socios en el Diálogo Mediterráneo, 4 países participantes en la Iniciativa de Cooperación de Estambul (ICE) y 8 socios alrededor del mundo. También la OTAN coopera regularmente con otras organizaciones internacionales, como NNUU, la UE y la OSCE.

Respecto a España, el 30 de mayo de 1982 se convirtió en el miembro número dieciséis de esta Organización y se integró plenamente en su estructura militar el 1 de enero de 1999. España es un aliado comprometido con la OTAN en su doble dimensión política y militar. Como resalta la Directiva de Defensa Nacional 1/2012, la Alianza Atlántica representa el vínculo de seguridad y defensa colectiva más apropiada para nuestro país, y su Concepto Estratégico de 2010 constituye la guía para seguir reflexionando sobre la orientación y retos estratégicos aliados a fin de lograr la necesaria cohesión en las decisiones de la OTAN.

Sin duda, la evolución de la situación internacional ha determinado la continua adaptación de la Alianza Atlántica a los cambios producidos por el entorno estratégico. El fin de la Guerra Fría en 1989 supuso, ante el desvanecimiento de una amenaza de invasión militar, el establecimiento de nuevas formas de cooperación política y militar para tratar los conflictos regionales y preservar la paz y la estabilidad.

Los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2011 condujeron a la OTAN a la invocación del artículo 5 del Tratado de Washington, por primera vez en su historia, así como a desarrollar nuevas tareas en el campo más amplio de la seguridad, desde una visión integral, fruto de la interdependencia cada vez mayor entre los distintos actores internacionales, gubernamentales y no gubernamentales, en la gestión de los nuevos desafíos globales.

Asuntos a debate en la Cumbre de Gales como el fin de las operaciones en Afganistán, la reorientación de Estados Unidos hacia el área del Asia-Pacífico y la distribución equitativa de la carga económica entre países miembros, pueden verse eclipsados por los graves acontecimientos en Ucrania, incidiendo en la reorientación estratégica de la Alianza y relegando a un segundo plano amenazas y riesgos provenientes de otra áreas geográfica como África.

La crisis ucraniana no sólo puede generar un replanteamiento en la relaciones con Rusia, sino que también puede generar una prevalencia o sobrevaloración de esta región sobre otras, erosionando el equilibrio estratégico de la Alianza. Esta crisis debe traducirse obviamente en un esfuerzo de la Alianza hacia esa región, con un plan de acción para este flanco Este, pero no debe convertirse en el eje central que determine el futuro de la Alianza, no debe relegar en un segundo plano la necesaria atención a los problemas estratégicas provenientes de su flanco Sur.

En palabras de nuestro Ministro de Defensa en el Senado el pasado 26 de junio, "toda nuestra atención en el Este no puede implicar que olvidemos el Sur. Más Este en ningún caso puede suponer menos Sur".

África tiene cada día mayor peso específico en el escenario geopolítico internacional; amenazas y riesgos derivados del expansionismo del yihadismo, el auge del crimen organizado y el incremento de los conflictos armados convierten a esta área geográfica en un alarmante escenario de conflictividad. Como ha dicho también nuestro Ministro de Defensa, "el sur del mediterráneo, el Sahel y el golfo de Guinea, por este orden, forman parte plenamente de nuestro entorno de seguridad inmediata y, como tal, deben ser priorizados y tratados".

Este mes de septiembre, en la cumbre de Gales deberá alcanzarse un acuerdo que permita el mantenimiento del equilibrio estratégico de la Alianza, adaptando sus medidas de defensa colectiva a las amenazas y riesgos provenientes tanto del Este como del Sur.

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