La Escuadra de Mago

Nico García

Con un par

ES más que conocido que Pepu Hernández dirigió a la selección española de baloncesto en aquella mágica final del Mundial de 2006 horas después del fallecimiento de su padre. Era una cita histórica, Gasol y compañía se convirtieron en inmortales en Saitama, pero el seleccionador había perdido a su padre horas antes, algo, sin duda, más importante para él que un partido de baloncesto. Con una tremenda dosis de coraje, Pepu se calló tan gran noticia, se la hizo suya propia y no les dijo nada a los jugadores, con el fin de que estuviesen concentrados al 100% en la final. Un hecho para alabar. Si no recuerdo mal, Iñaki Saéz también hizo algo parecido en un encuentro de las inferiores de la Roja de fútbol. Lo de los jugadores del Sevilla en 2007 también tuvo mérito. El malogrado Antonio Puerta se les había marchado y los sevillistas jugaron la Supercopa ante el Milán por su compañero días después, cuando su mente no estaba ni mucho menos en darle patadas a un balón de fútbol.

Todos estos gestos son para admirar, pero, para mí, más lo es lo que hizo mi compañero y colega Sito el pasado domingo. El Oriente jugaba frente al Alfacar de Granada y el joven jugador oriental había visto fallecer a su abuelo materno horas antes. Lo fácil -por decirlo de alguna manera- hubiese sido quedarse con su familia, apoyándose unos a otros. Pero él subió a su campo, se calzó las botas y saltó al césped a jugar (a diferencia de los profesionales, sin ver dinero de por medio). El objetivo era dedicarle el triunfo a su abuelo y no fallarle a sus compañeros. Ellos tampoco le podían fallar a él. Y así lo hicieron. Un gol de Javi Lores hizo que la victoria se quedase en casa y que el abuelo de Sito se alegrase por la victoria y, sobre todo, por el gran gesto de su nieto. Grande Sito y grandes sus compañeros, muy grandes.

PD: Mis condolencias a toda la familia de Sito.

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