NO creo que en lo que queda de verano los aficionados de la UD Almería vayamos a recibir mejor noticia que la renovación de Sergi. En el poco tiempo que estuvo al frente, demostró tener carácter y un estilo de juego muy definido que le será más fácil pulir desde la pretemporada. Los resultados no acompañaron, es cierto, pero sería injusto tachar de fracasos unos números que se han gestado jugando la mitad de los partidos ante Real Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia. Por tanto, en el análisis del técnico deben prevalecer las sensaciones, y esas fueron muy buenas. Sergi no solo se dejó de tonterías y mandó a la grada a un egocéntrico Édgar, sino que hizo que el equipo cuajara un fútbol vistoso que solo tenía el hándicap de la mala puntería. Pero ahí el entrenador poco puede hacer. Una vez llevada a cabo la renovación del catalán, debe llegar el siguiente paso: otorgarle poderes en la confección de la plantilla. Por todos es sabido que Alfonso García no suele contar con sus técnicos a la hora de fichar. Javi Gracia tuvo en eso uno de los motivos para marcharse tras el ascenso, mientras que Juan Ignacio Martínez vio cómo se dejaba pasar el mercado invernal sin hacer caso a sus peticiones. Pero no parece que Sergi vaya a pasar por el aro. Si el catalán, un hombre con las ideas claras y de carácter, ha accedido a comandar la nave andaluza, es porque le han dado más poder que a sus antecesores en el cargo. Es lógico que el entrenador decida qué jugadores quiere y cuáles no sirven para hacer el juego que quiera desempeñar. Sergi, más que nadie, conoce lo que pasa por su cabeza y sabe qué piezas serán mejores para llevar a cabo su estilo. La renovación de Corona y Soriano también se antoja fundamental. No tanto porque vayan a ser piezas claves sobre el césped, lo cual nunca se sabe, pero sí por comandar un vestuario que recibirá una profundísima renovación este verano. Ellos, junto a Sergi, son los que deben encargarse de que la unidad de la plantilla sea máxima.