La buhardilla

Manuel Lucas Matheu

Un compañero rebelde

HAY aproximadamente dos millones de españoles, a los que su pene no les responde adecuadamente. A veces no responde, porque está enfermo él mismo, o porque está enfermo su dueño. Alteraciones vasculares, neurológicas, endocrinas, etc, que suelen tener factores de riesgo, como la diabetes, la hipertensión, el alcohol, el tabaco, etc. Pero con alteraciones o no, lo que definitivamente deja fuera de combate al habitante díscolo de la entrepierna varonil, es la excesiva obsesión por el control. Cuando se siente demasiado presionado y urgido a cumplir el papel que se espera de él, se encoje, se rebela y le da la espalda a su dueño. Entonces el dueño se asusta, se siente fracasado y aumenta su presión y su control, lo que empeora la situación, cerrando el círculo vicioso de fracaso, miedo al fracaso y vuelta a fracasar. Es decir, la atención fijada en la propia erección, con la preocupación expectante por ver si ocurre o no, elimina los estímulos que hacen posible la erección.

Y todos sabemos cuales son esos estímulos. Son estímulos eróticos, pasionales, sensuales, en definitiva, sexuales. Esperar con ansiedad a que nuestro pene responda, se parece mucho más a lo que sentimos en un examen de conducir, que a un estímulo sexual. Todo este proceso de desencuentro entre el pene y su dueño, está presente casi siempre que hay una disfunción eréctil, incluso cuando la causa principal sea una alteración orgánica.

Comprender a nuestro peculiar compañero, es fundamental para que las cosas funcionen, o no empeoren más de lo debido, incluso cuando hay otros problemas añadidos. Y comprenderlo es saber que: 1- le gusta ir a su aire, y por tanto no le gustan las imposiciones 2- funciona mejor con lo espontáneo que con lo planificado 3- es más sensible a los sentimientos y a las sensaciones, que a la razón. Si nos obsesionamos por controlarlo, se siente el centro de atención, y se cree imprescindible para que todo funcione, se puede volver déspota, holgazán y caprichoso. Le va mejor tener que compartir protagonismo y saber que si no funciona, manos, labios o lengua le sustituirán. Le va mejor saber que hay cosas para las que no sirve, y que son tan importantes como la penetración. Entonces despierta de su ensimismamiento, para hacerse valer. Eso lo sabemos muy bien los sexólogos, y por eso ante una disfunción eréctil, planteamos dejar al pene y a la penetración, en un segundo plano. Si lo conseguimos, y no existe otro problema añadido, volverá a funcionar.

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