Sobre la bocina

Jesús / Noguera

Nostalgia por el CB Tíjola

A UNQUE parece que fue hace una década, solamente han pasado cuatro años desde que el CB Tíjola echó el cierre. A partir ese día jamás he vuelto a sentir ese cosquilleo en mis entrañas que experimentaba cada día de partido nada más salir el sol. Una parte de nuestro corazón se fue con la desaparición de un club que nos ponía los vellos de punta semana sí, semana también. El municipal poseía una magia que ni en las derrotas perdía. Las exhibiciones de Jermaine Turner reventando el aro aún desatan una media sonrisa y es que el recital de vuelos que desplegaba el americano era dantesco. Ante tal espectáculo uno solo podía vociferar cual energúmeno mientras las manos se te iban a la cabeza. Esa costumbre por desafiar a la gravedad aterosaba un componente muy cercano a la adicción. Y es que no sé lo que pensarían el resto de aficionados, pero el que aquí escribe contaba los días para que llegase el sábado.

El CB Tíjola no era un equipo de medio pelo, a base de grandes raciones de humildad había asomado la cabeza, y de qué manera, en el panorama nacional. Solamente la falta de recursos nos despertó de un sueño que era precioso y sigue siéndolo solo con echar la vista atrás. El deporte por muchos millones que mueva no es más que un juego y pocas veces he disfrutado más que en ese pabellón. Una sensación difícilmente explicable con palabras. Con el paso del tiempo hasta los traspiés tienen un sabor dulce, porque para nosotros el premio era estar. Y mira que lo de Fuenlabrada aún cuesta digerirlo. Pero solo ver luchar a Tíjola con ciudades que triplicaban sus habitantes ya era un tremendo orgullo. Desgraciadamente el proyecto tuvo que bajar la persiana, aunque ello no servirá para empañar un historial impoluto. Desconozco si alguien cogerá las riendas de algo que no debió desaparecer, si se atreve que cuente con todo mi apoyo.

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