El callejón del gato

Celso Ortiz

pluralidad en cataluña

SE ha convertido en un clásico en los estados con más tradición democrática la alternancia en el poder de dos grandes partidos. Ello no quita que también haya partidos minoritarios con presencia parlamentaria. Pero quienes dirigen la política del Estado son los partidos mayoritarios que, sobre la base de una economía de mercado y unas conquistas sociales irrenunciables, se suceden en el gobierno .Demócratas y republicanos en EEUU, laboristas y conservadores en Reino Unido, o socialdemócratas y liberales en Suecia, por citar unos estados con democracias consolidadas. Las diferencias estriban en la implantación de una economía más o menos liberal y en un mayor o menor intervencionismo del Estado, sin llegar a los límites de un liberalismo absoluto o a un comunismo anacrónico. Y los ciudadanos tienen la opción de cambiar de gobierno cuando socialdemócratas o liberales traspasan los límites que sustentan un equilibrio razonable. Con sus pros y sus contras, esa es la política predominante en las democracias, y así hemos funcionado en España en las últimas décadas. Pero en los últimos tiempos, a la alternancia en el poder de dos grandes partidos se le ha colocado un apelativo, el bipartidismo, atribuyéndole todos los males de una crisis que no nos imaginábamos cuando todo florecía al ritmo del ladrillo. El bipartidismo, es un sistema pernicioso origen de todos los males que nos aquejan. La idea ha calado en el ambiente y se ha convertido en el chivo expiatorio de esta crisis. El día que en el Congreso se repartan los escaños entre una amplia y diversa gama de partidos políticos, en España superaremos todos los males que nos aquejan. Seremos los pioneros en funcionar a las mil maravillas con un parlamento multicolor. De hecho ya hemos empezado a experimentar en Cataluña con seis partidos, enriqueciendo la política catalana con parlamentarios para todos los gustos, separatistas y no separatistas. Entre los separatistas, los hay quienes quieren permanecer en Europa y los que quieren cortar por lo sano con todo lo que les rodea. Unos son de ideología neoliberal, otros de izquierda sin definir y otros apuestan por un gobierno a la búlgara. Entre los que quieren seguir siendo españoles, hay federalistas o centralistas sin complejos, más o menos liberales y socialdemócratas. Y también los hay ambiguos que "ni chiha ni limoná". Superado el bipartidismo pernicioso en Cataluña, esperemos que sea para bien tanta riqueza.

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