La búhardilla

Manuel Lucas Matheu / /

Memorias "morbosas"

ANTES de terminarse la dictadura franquista, oficialmente, la sexualidad no existía. Solo existían las aberraciones sexuales y los delitos contra la moral pública. Los censores franquistas, en connivencia con el nacionalcatolicismo, intentaron de forma obsesiva y durante años ponerle puertas al mar de la sexualidad. Los que crecimos en aquel entorno, desarrollamos nuestra sexualidad en un ambiente represor y culpabilizador. Con Joaquín Sabina compartí curso cuatro años en los salesianos de Úbeda. Su disco Mentiras piadosas, en cuya contraportada aparece una fotografía de nuestro curso, me hizo retroceder en el tiempo y recordar un castigo de varias horas en el patio escolar un día de frío polar. La razón: que durante la gala anual del colegio, entre otras transgresiones de indisciplina colectivas, uno de los grupos musicales, de los que Sabina formaba parte, interpretó aquello de "cuando calienta el sol... siento tu cuerpo vibrar cerca de mí". Recordé también a mi compañero Ramón, preocupado porque creía que estaba perdiendo el pelo por masturbarse, y yo extrañado, porque haciendo lo mismo, no perdía ni uno. Y a otro compañero, que andaba santiguándose de forma compulsiva por los pasillos, conjurando así sus "malos pensamientos". La transgresión y el pecado, habían llenado de emociones morbosas a los más atrevidos. y de verdaderas pesadillas a los más timoratos. A las chicas las asustaban demonizando a los hombres, mientras su sexualidad se obviaba como algo inexistente. Menos mal que a veces el despiste de los censores nos proporciona algún buen rato. Como cuando salió al mercado discográfico la canción "Je t'aime, mois non plus", de Jane Birkin, en la que se oían claramente los jadeos de orgasmos de los que el censor no se entero´. Después intentaron secuestrar los discos, pero ya no había solución. Muchos habíamos "pecado" a nuestras anchas. En los últimos tiempos del régimen, algunos iban a Perpiñán a ver El último tango en París o Emmanuelle, y en el semanario de humor Hermano Lobo, el lobo seguía aullando todas las semanas preguntando "¿cuándo desaparecerá la censura cinematográfica?". La apertura y el destape hicieron algunos escarceos con Pío Cabanillas como ministro de Información y Turismo. En febrero del 75, el mismo mes que un guardia municipal obligó a retirar de un escaparate de Cáceres "La maja desnuda", de Goya, se publicó "El día que perdí... aquello", de Amilibia y Yale.

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