La tribuna

Javier Soriano Trujillo

RAÍZ NAPOLITANA DE LOS ALMERIENSES

CON el fin de la guerra de Granada en 1492, los Reyes Católicos adoptan una política expansiva para, entre otros aspectos, asegurarse contra las actividades berberiscas, alcanzar el dominio hegemónico del mediterráneo occidental y la aventura americana. Para contener la agresión islámica (turca y berberisca) que se cierne sobre las costas meridionales españolas, en el plan de seguridad que diseñan, Almería será uno de los puntos fuertes del sistema defensivo.

Pero este sistema defensivo tendrá que afrontar el grave problema que supone el que el área geográfica más abrupta de la península ibérica esté poblada mayoritariamente por musulmanes; la primera repoblación que se lleva a cabo tras la caída de Granada no es uniforme, siendo la presencia cristiana casi nula en el interior en contraste con la franja litoral, en donde hay una gran acumulación con el objeto de establecer una especie de "cordón sanitario" que aisle a los moriscos de sus correligionarios norteafricanos y turcos. Así, los puntos fuertes de la costa quedarán protegidos por sus propios pobladores cristianos y pequeñas guarniciones militares, quedando desprotegido el resto del territorio. A mediados del siglo XVI nuestra situación geopolítica en Europa se torna compleja, con dos potencias disputándose el control del Mediterráneo, por un lado nuestra Nación, dueña de Sicilia, Cerdeña y Nápoles, y por otro el Imperio Otomano, cuyos dominios se extienden desde los Balcanes hasta Egipto; a esta confrontación hay que añadirle que los luteranos alemanes han prendido las chispas del incendio en los Países Bajos, en Inglaterra las persecuciones de católicos se intensifican y el quebranto que nos causan los continuos ataques y saqueos a nuestras ciudades costeras mediterráneas por parte de los berberiscos norteafricanos y los turcos. El punto álgido se produce cuando en 1565 los turcos asedian Malta, ya que de haber caído en su poder, se hubiera convertido en trampolín perfecto para el asalto a las posiciones españolas en la península italiana. Es en este escenario internacional cuando se produce la rebelión de los moriscos, que estalla en diciembre de 1568.

La inflexibilidad del Rey Felipe II de no dilatar más la entrada en vigor de los edictos por los que se les prohibía el uso de sus trajes, ceremonias, costumbres y lengua, les llevó a organizar el levantamiento con el objetivo de ocupar la ciudad de Granada y plazas fuertes de la costa, tomando un puerto para la entrada de los apoyos solicitados previamente al Bajá de Argel y a Constantinopla. El escenario planteado por los moriscos granadinos de arrastrar en su levantamiento a los moriscos de Valencia y Aragón, la oferta del puerto de Cartagena como base con el objetivo final de apoderarse de toda la península, no surtió efecto en Argel y Constantinopla, limitándose estos a proporcionar sólo grupos de voluntarios, artillería y municiones. Siendo insuficientes las pequeñas guarniciones y las milicias locales para desbaratar la intentona rebelde, el Rey Felipe II ordena a D. Juan de Austria asumir el mando de la dirección de la guerra, disponiendo este el traslado desde la península italiana del Tercio Nuevo de Nápoles como fuerza de choque. Este Tercio había sido creado en 1566 y tendría en esta guerra su bautismo de fuego, distinguiéndose en las acciones sobre el peñón de Frigiliana, Tíjola, Felíx, Eníx, Vícar, Canjayar y Gádor. Concluida la guerra, parte de los efectivos de este Tercio se quedarán en tierras almerienses en la repoblación posterior a la 2ª expulsión de los moriscos.

Casi 400 años después de estos hechos, a finales de 1939, este Tercio volverá de nuevo a Almería como Regimiento de Nápoles nº 24, de guarnición en la Casa de la Misericordia, hasta su disolución en julio de 1965. Pero los avatares del destino han hecho posible que justo 50 años después, en el segundo semestre de este año vuelva a reactivarse de nuevo el Regimiento Nápoles, esta vez en la Base Príncipe, en Paracuellos del Jarama (Madrid), sede de la Brigada Paracaidista, integrando las I y II Banderas Paracaidistas. Se recupera así el nombre de uno de los históricos Tercios de Infantería, que ha tenido a Almería como referente en su historial y que en su día contribuyó a la repoblación de sus tierras. ¡El Mar y la Tierra!, lema del Nápoles, se recupera y complementará 50 años después con el lema paracaidista: ¡Desperta Ferro! ¡Triunfar o Morir!.

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