La Buhardilla

Manuel Lucas Matheu

Las mujeres y el 'dolor de cabeza'

PASADO un tiempo, muchas parejas dejan de mantener relaciones sexuales con la misma frecuencia y la misma espontaneidad que antes. Y caen en una espiral de excusas, que usan indistintamente ambas partes, pese al mito de que suelen ser las mujeres las que lo hacen. Es clásico el chiste en el que el marido se va a la cama ofreciéndole una aspirina a su mujer, como una forma de insinuación sexual. La excusa del dolor de cabeza es popularmente conocida como una artimaña femenina, para evadir las relaciones sexuales. Se supone que a los hombres nunca les "duele la cabeza". Pero era un supuesto no comprobado, que cuando se ha investigado, este supuesto ha quedado totalmente pulverizado. En un estudio que realizaron AESS, ASESA y el Laboratorio Lilly, llamado EXCUSE, el 52% de los hombres encuestados admitieron haber buscado excusas para no tener relaciones sexuales. Aunque en este caso el cansancio (49%) le gana por goleada al dolor de cabeza o sentirse mal (14%). De modo que lo de la aspirina no es el mejor remedio contra el escaqueo sexual masculino, aunque tampoco lo es con las mujeres, porque también es el cansancio, en la misma proporción que los hombres (49%), frente al dolor de cabeza o sentirse mal (18%), la excusa femenina más utilizada, para evitar las relaciones sexuales. Claro, que dado el esquema de relaciones sexuales que nos hemos montado, lo del cansancio más que una excusa, es una realidad. Y es que, entre la vida estresante y competitiva que llevamos, y el esquema gimnástico y ansiogenizante de relaciones sexuales, resulta fácil sucumbir al sueño y el cansancio, frente a los pocos "encantos" que ofrece esa forma de vivir la sexualidad, de forma cotidiana. A lo mejor, si poco a poco cambiamos ese esquema, por otro más relajado, menos exigente y menos genitalizado, estaremos menos "cansados" y las cefaleas disminuyan. Aparte de este esquema de relaciones sexuales, solemos tener la idea que si hacemos relaciones sexuales, hay que cumplir con todas las metas y objetivos, que el modelo sexual que nuestra sociedad, ha asumido. Comparando esto con la comida, es como si cada noche quisiéramos cenar, con entrantes, plato principal y postre, mantel, velas y cubertería de plata. Y eso no es lo que hacemos cotidianamente, pero no por ello dejamos de cenar. A veces con sabrosas tapas, a veces con agradables tentempiés, y las menos son mantel, velas y tres platos. Pues con nuestras relaciones sexuales podríamos hacer lo mismo. A veces solo besos, a veces unas caricias, a veces abrazos, y a veces "los tres platos". Sobrarían las excusas.

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