Paso a paso

Rafael Leopoldo Aguilera

España está revuelta

ABRIL de 2016. Ha comenzado la Pascua florida con anticiclón y borrasca, más de lo mismo, y menos de lo más en estos tiempos como en los anteriores de tribulaciones, que nos impiden ver con meridiana claridad, el horizonte más cercano a nosotros. Vaya década que hemos vivido y estamos viviendo, nos está dejando sin aliento, pena, penita, pena. A ver si antes del día 26 de junio, festividad de San Josemaría Escrivá de Balaguer, con la flor en los castaños y las higueras y el nacimiento de oropéndolas y vencejos, llegan las vacaciones estivales llenas de sol, playas, paella y sangría. No son muchos, quienes en conversaciones informales a pie de calle, cuando has cogido carrerilla, paseo arriba, paseo abajo, te frenan el paso de penalti, te miran piadosamente de reojo, y con compulsiva fluidez oratoria, exhortan una sentencia quijotesca-pancista: España va de culo. No sabe uno qué contestar, no valen todas las respuestas, por sí las está grabando en su burgués móvil, que no deja de sonar el cansino WhatsApp. Y como queriendo decir y no decir, la unamuniana duda existencial, le susurras con afecto maternal pascual: bueno, bueno, no hay que preocuparse, la democracia siempre tiene este tipo de reválidas académicas. Hay que tener confianza en los brotes verdes, aunque arrecien vientos de cambio. Válgame Dios, para que habré dicho esto o aquello. Se pone serio y "abrumao", y yo "acojonao". Treinta, treinta largos minutos castrenses, mezclando churras con merinas, tesinas con chismorreos y murmuraciones, la culpa fue del chachachá. Le salgo con un trincherazo "Curro Romero", con más miedo que el Sobresaliente. Tranquilo hombre, el vaso ni medio vacío, ni medio lleno, "quebrao". España progresa adecuadamente, a pesar de lo que digan la UE y el FMI sobre el déficit, desempleo, corrupción y el entusiasmo autonómico. En unos meses estaremos acoplados con la Ley D'Hondt y volveremos a situarnos en la champion league. Ahora, lo importante es la fe en la poética libertad sin ira para que el pueblo salga a la calle y hable sin constiparse. Como menopáusico joven cuarentón de fe sencilla, aprendida durante la EGB, que no terminó por parecerse al Torete y el Vaquilla, le concluí con deje galleguiño, un panegírico esperanzador, que me permitiera mi peregrinaje monacal: confía en el espíritu de la Transición, volverá vía redes sociales a la Carrera de San Jerónimo.

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