A la luz del día

antonio Montero Alcaide

Razones sustanciosas

DESDE una perspectiva filosófica, el relativismo niega el carácter absoluto del conocimiento, porque lo hace depender del sujeto que conoce. Es decir, no hay verdades ni certezas terminantes o categóricas. De manera algo más diáfana, aunque pesimista, lo escribió en versos el poeta Ramón de Campoamor, del realismo español del XIX: "Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira; / todo es según el color / del cristal con que se mira". Metido nuestro tiempo en la posmodernidad del tercer milenio, la predominancia del individualismo y la mengua del compromiso social parecen casar bien con los postulados del relativismo. Es más, a la defensa de las verdades absolutas se le atribuye una voluntad incluso totalitaria y el relativismo se levanta como bandera del tiempo nuevo. Pues bien, mediado el siglo XIV, un sabio judío, de Carrión de los Condes, llamado Sem Tob, compuso, a modo de proverbios morales, un compendio de rimadas enseñanzas que, casi setecientos años después, mantienen vigencia, tal como se constata en la versión publicada, el año 2000, por Agustín García Calvo.

Puesto a decir acerca del mundo y de sus maneras, el sabio judío manifiesta no atenerse a criterio ni inclinarse a partido, porque lo que uno maldice otro lo alaba; y lo que este pone lindo, el otro lo afea. Así, por la misma razón que uno hace algo, otro deja de hacerlo; y lo que a uno da gozo a otro atormenta. Y, entonces, no quepa alabar ni reprobar cosa alguna porque -más o menos como el color del cristal de las gafas en los versos del poeta del XIX- según como es el lugar y tal cual es la cosa, así el aprisa se hace despacio y a la cara llaman revés -en los proverbios del judío del siglo XIV-. Y si la duda asaltara, dado que el mundo no se guía por regla cierta y fija, el sabio sostiene que el mucho dudar lo lleva a uno a la desgracia y a ser malhadado. En fin, razón muy sustanciosa se dice en pocos versos y los buenos proverbios no mintieron jamás, como Sem Tob proclamaba en la Edad Media para que el eco de su doctrina reverbere en los muros con grafiti del tercer milenio posmoderno. Ya que recomendaba, asimismo, que a cada momento el hombre sensato esté bien prevenido ante los cambios del mundo, porque más vale uno prevenido que muchos acorazados. Y si hubiera de aceptarse, relativismo mediante, la ausencia, o la improcedencia, de las verdades absolutas, que estos proverbios cabalguen los siglos hace universales las razones sustanciosas.

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