La polvareda

Antonio Quesada

Calcetines blancos

LA muerte siempre tiene algo de revelación, especialmente para los que se quedan a este lado de la orilla. De los que la naturaleza recogió irremediablemente, nada más se supo. Y si tenían algo que revelar, se lo quedaron - de haberlo - en el otro mundo. La muerte en estos días de Michael Jackson y de Farrah Fawcett me hizo pensar en varios asuntos a los que desde entonces no paro de darles vueltas.

El primero y fundamental es bastante obvio pero olvidamos con facilidad el concepto esencial: La parca no entiende de ricos o pobres, famosos o absolutos desconocidos. Su aliento es implacable a pesar de que en nuestra sociedad la enfermedad y la muerte han pasado en unas pocas decenas de años a ser un tema tabú, muy tabú. Esto, debe estar inspirado en lo de ojos que no ven, corazón que no siente; es decir, en la idea de que si no se habla de una cosa, esa cosa no existe. Y sí que existe, y pasa todos los días, así que lo lógico sería que reflexionásemos sobre ello más a menudo para afrontar lo irremediable con cierta dignidad.

Lo de Jackson y Fawcett me ha revelado también que el paso del tiempo es tan inexorable que habría que inventar adjetivos nuevos que abarcaran toda su amplitud. Han pasado casi treinta años del Thriller y de los Ángeles de Charlie y... bueno, pues ya no somos los mismos y hasta cuesta reconocerse en aquellas personas que nuestros recuerdos dicen que éramos. Este país, por ejemplo, se parece muy poco al de entonces; como una lámpara a un sofá más o menos, afortunadamente.

Yo, que siempre he defendido lo que significó la década de los ochenta en el ámbito cultural, especialmente en lo referido a la música, sí que tengo que reconocer que la moda de aquellos años nos hizo mucho daño. Hasta el punto de que hay quien no ha superado todavía lo de no llevar hombreras, el pelo escardado o los pantalones de pitillo. Aun así, lo que nos marcó definitivamente en aquellos años fue la necesidad imperiosa de ponernos calcetines blancos. Daba igual el color de la chaqueta, de la camisa o de los pantalones, llevar los calcetines de ese color era lo más. Sin embargo, subidos al altar por, entre otros, Michael Jackson, de un día para otro y sin que hasta ahora se haya encontrado una explicación esclarecedora, bajaron súbitamente a los infiernos para arder en el fuego eterno de la "demodé".

La desaparición de los calcetines blancos coincidió con el declive musical de Jackson y con la retirada de la parrilla de la serie de televisión que protagonizaba Farrah Fawcett, que nos dejó, de paso, con las ganas de verle la cara al tal Charlie. Habrá quien no lo quiera ver pero todo esto parece tan extraño...

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