José Francisco / Martin Pastor

Un año sin Capuleto

Francisco Capulino-Lanuza Pérez moría el 5 de noviembre de 2009 tras una vida dedicado al arte, habiendo realizado varios viajes por el mundo y ser considerado uno de los pilares de Movimiento Indaliano

EL día 16 de Octubre de 1999 tuvo lugar en el Club de Mar de Almería un homenaje a Capuleto. Al día siguiente la prensa local titulaba: "Capuleto reúne a tres generaciones de artistas en un homenaje sincero". Ningún otro pintor de su generación hubiese podido concitar tal unanimidad en torno a su persona. ¿Cuál era el misterio? ¿Qué cualidades lo hacían tan atractivo para tantas personas diferentes?

Capuleto ha sido el pintor almeriense más dotado del siglo XX, pero al mismo tiempo era refinado, irónico, inteligente, elegante, ácido, sensual, humorístico, astuto, tierno, razonable, apasionado y a cada persona, mostraba la cara que considerará más apropiada de su personalidad poliédrica, con una sola intención, seducirla.

A los artistas de mi generación nos atraía su curiosidad e interés por las nuevas manifestaciones artísticas y su capacidad de conexión con los artistas jóvenes, gracias a su apertura de mente y su conocimiento del Arte.

Hablé por primera vez con él en 1993, con motivo de una exposición en la Escuela de Arte, lo primero que me dijo señalando un ángulo del patio fue: "Yo nací allí. Mi abuelo era conserje del Centro". Después me habló de su precoz vocación artística, alentada por su abuelo que pintaba y la predisposición familiar ya que su tío abuelo Joaquín Capulino Jauregui era pintor y fue profesor de Escuelas de Artes. A los nueve años ya recibía clases de José Castañeda.

Le ofrecí buscar su expediente en el Archivo de la Escuela y descubrimos que tenía dos, la primera vez el 21 de Octubre de 1937 con el n° 8590 donde falsificaba la edad para ser admitido. La segunda el 20 de Septiembre de 1941 ya con su edad real, con el n° 9647. Ese curso con 13 años ya obtuvo un Accésit en Dibujo Artístico. Sus estudios en el Centro se prolongan hasta 1945 y obtuvo premios en metálico por oposición en Dibujo Artístico.

En esta etapa de formación apreciamos otra de sus características, el dominio de los recursos plásticos, que le hacen destacar entre sus compañeros, Cuando alcance su madurez considerará que el Arte no es una demostración de habilidades sino una herramienta para conocer el mundo y mostrar a los demás tu opinión sobre él como forma de conocimiento y de consuelo. Él lo expresará: "Vivo para pintar. Pinto lo que me rodea, de la mejor manera posible, lejos de esteticismos y teorías filosóficas". "Me interesa más la intención que la perfección. No he conseguido ésta y tal vez no la consiga. Mi deseo es llegar a pintar jugando y no sufriendo, como ahora. Yo me conformo con dar una cosecha cada veinte años: cuando tengo algo que decir, a pesar de que la moda vigente sea hacer dos o tres exposiciones al año".

En Febrero del 46 y formando parte del jurado Perceval consigue el primer premio del Tercer Concurso Provincial de Artesanía. Es la primera vez que Perceval conoce a esta nueva generación de pintores y les invita a participar en una tertulia de artistas e intelectuales que se venía realizando desde 1943. En Abril y Agosto de este mismo año Capuleto y los sus jóvenes compañeros participan en exposiciones del grupo indaliano. En 1947 los indalianos exponen en el Museo Nacional de Arte Moderno, eran catorce pintores, donde junto a Perceval y los jóvenes -Alcaraz, Cantón, Cañadas, Capuleto, López Díaz, Castellón y Rueda- estaba otro grupo de mayor edad y experiencia -Cuadrado, Piñar, Gómez Abad, Suárez, Tola, Anchóriz y Garzolini. La exposición tuvo gran eco en Madrid y el indalo y las teorías indalianas aparecieron en todos los periódicos de la capital, haciendo hincapié en el descubrimiento del paisaje almeriense sobre todo las ramblas de Tabernas y el poblado de la Chanca.

Hasta Radio Moscú se hizo eco de la existencia en Almería de un grupo de jóvenes artistas subversivos que iban contra la Academia, lo que dio lugar a indagaciones de la policía. En Mayo del 48 celebra Capuleto su primera exposición individual en la Biblioteca Francisco Villaespesa y en Diciembre del 48 tiene lugar el Sexto Salón de los Once para el que Eugenio D 'Ors comunica a Perceval que cuenta con ocho plazas, los seleccionados fueron: Alcaraz, Cantón, Cañadas, Capuleto, López Díaz, Perceval, Rueda y Castellón. Dejando a un lado a Castellón que vivía en Nueva York este es el origen de los siete pintores indalianos.

La crítica en esta ocasión apreció precipitación en el intento de encumbrar a las jóvenes promesas entre las figuras consagradas pero resaltaba a Capuleto como la gran promesa del arte español.

En este primer momento la pintura de Capuleto se alejaba de los temas indalianos mostrando su pintura interés por la pintura pompeyana y por la época azul de Picasso. Después de esta exposición permanece en Madrid en casa de su tío Emilio Pérez Clemente que lo acogió. En Madrid vivirá durante cuatro años, conociendo en el Café Gijón a todos los pintores escultores y escritores del momento (Carmen Conde hizo el texto de su catálogo de 1975 y a su homenaje en el Club de Mar llegaron telegramas de Cela, Oteiza, César Rodríguez, Ana María Matute y José Manuel Castañón). Aunque siempre ha conservado el afecto por sus compañeros indalianos considera que a partir de este momento el movimiento se agota en si y su evolución se aparta de sus postulados.

Su pintura se va haciendo más expresionista y dramática tanto en la ejecución como en los temas, Antonio Martín Casero en su Diccionario de Pintores Españoles señala que por estos años "en Madrid aún se le recuerda -a Capuleto- por su cuadro El cordero despellejado que llegó a considerarse el cenit del modernismo". Obsesionado por no renunciar a sus postulados estéticos pasa estrecheces económicas: "En cuatro años logré vender cuatro cuadros, tenía que buscar la forma de poder vivir fuera de la pintura". En 1953 consigue una Beca del Gobierno italiano que le permite estudiar en Italia durante dieciocho meses la pintura pompeyana y del cuatrocento. Vuelto a Madrid hay un primer intento de buscar otro medio de vida tratando de ir como pescador al Gran Sol con sus amigos José María y Francisco Moreno Galván, Tino Gandio y Manuel Raba, viaje que al final se frustra.

En 1957 después de representar a España en la Bienal de Sao Paulo hace contactos que le llevan a exponer en 1958 en el Museo-Biblioteca Luis-Ángel Arango de Bogotá y en 1959 en la Galería de Arte Contemporáneo de Caracas. En Venezuela permanecerá durante nueve años, al principio trabaja de profesor de la Escuela de Arquitectura por las mañanas y por las tardes en la Universidad Central y tiene tiempo para diseñar jardines para el Ayuntamiento y tener un programa educativo de televisión.

"Luego todo se acaba pero en lugar de vivir de la pintura y prostituirme prefiero poner ladrillos. El arte como el hombre ha de ser auténtico". Fiel a sus principios inicia una etapa como constructor realizando el poblado de San Miguel en la zona de Maracaibo.

Cuando en 1965 vuelve a Almería y construye el Hotel Indálico cumple con sus antiguas ideas cuando afirmaba: "Me hubiera gustado ser industrial, es más positivo. Nuestro tiempo no es para andar con bromas artísticas".

Retorna a la pintura después de un paréntesis de diez años y en 1975 vuelve a exponer en Almería después de veinticinco años, inaugurando la Sala de la Caja de Ahorros. La ciudad se llena de carteles: "Capuleto, la pintura". Ésta ha sufrido cambios se hace más ligera, las formas pierden definición y las manchas de color se interrelacionan. Su última exposición la hizo en la galería Argar en 1997 donde la simplificación, el monocromatismo y el pesimismo se acentúan.

En sus últimos año continuó con su pintura, alternando su actividad en sus estudios de Madrid y Almería, en una carrera con el tiempo y la enfermedad, poniendo orden en su pintura, preparando una importante exposición en Madrid, buscando sus obras primeras y evolucionando.

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