Pasarela

Princesa sin sonrisa

  • Charlene de Mónaco, del brazo del príncipe Alberto II, regresa a la vida social radiante pero presa de la nostalgia que ya le caracteriza.

Alberto y Charlene de Mónaco han cruzado el charco para llevar a Nueva York el glamour del pequeño principado siguiendo la sombra de la eterna princesa Gracia. El matrimonio principesco presidió en el majestuoso Great Hall neoyorquino los Premios de la Fundación Princesa Grace, que distingue a los talentos emergentes en la danza, el teatro y el cine y que rinden tributo al legado que la desaparecida esposa de Rainiero de Mónaco dejó al mundo de las artes.

La nostalgia de su heredera en el trono monegasco, Charlene, fue quizás lo más llamativo de la noche, incluso más que su espectacular vestido blanco de Christian Dior Couture, firma que patrocina estos galardones. La esposa de Alberto II reapareció radiante pero no triunfal en la vida social tras bastantes semanas alejada de todo foco que se precie y lo hizo con el mismo semblante serio y triste con el que se recluyó en su lujoso palacio en su momento. Éste ha sido su primer acto desde que el 10 de septiembre participara en Génova en el Día Mundial de los Primeros Auxilios. Seis semanas en las que Alberto II ha continuado con su agenda en solitario.

El caso es que tristeza a un lado y rumores de crisis a otro, el matrimonio real continua unido y sigue adelante con su proyecto de vida en común. Hace ya algunos meses, el pasado mes de julio, la princesa sudafricana cumplió con el contrato matrimonial que firmó con el cabeza de la familia Grimaldi en el que se comprometía a estar cinco años casada y dar un heredero que continuara con el legado real monegasco. Precisamente fue el nacimiento de sus hijos mellizos Jacques y Gabriella el punto de inflexión en la vida pública de la ex nadadora, que se ha centrado casi a tiempo completo al cuidado de sus hijos, una decisión que le ha ocasionado distintas críticas ya que muchos opinan que se ha desentendido de su imagen pública y esto es parte de su 'trabajo' como esposa del príncipe soberano de Mónaco.

La visita de los príncipes a Estados Unidos ha dado mucho de sí. El soberano ha comprado la residencia donde su madre, Grace Kelly, vivió su infancia en Filadelfia, el mismo lugar que él y sus hermanas visitaron alguna vez de pequeños y en la que su padre Rainiero pidió matrimonio a la actriz americana. "Uno de mis primeros recuerdos es de una visita a esa casa. La abuela preparó una habitación para mí, yo debía tener cinco años. Allí, mi hermana y yo nos asomábamos a la ventana para ver pasar los coches", ha contado el príncipe emocionado a la revista People, que ha adelantado que es bastante probable que la propiedad se convierta en la nueva sede de las oficinas de la Fundación Princesa Grace, creada en 1964 por la famosa intérprete hollywoodiense para ofrecer ayuda para proyectos humanitarios destinados a los niños.

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