Almería

Un taller donde el arte se borda en oro y plata

  • Juan Luis González, con solo 24 años, confecciona ropa para cofradías de toda la provincia Hace tres años creó el Taller de Bordado Virgen del Carmen

Parece una cochera cualquiera, en pleno centro de Los Gallardos, a la que se llega por calles estrechas y serpenteantes. Sin embargo, cuando la puerta metálica se abre deja ver los secretos que se esconden detrás. Bellos bordados, a medio confeccionar, que vestirán a vírgenes y santos. Bobinas de hilos dorados y plateados y finas telas colocadas sobre bastidores, para que el artista borde los motivos (casi siempre florales) sobre ellas.

Se trata del Taller de Bordado Virgen del Carmen de Los Gallardos, donde trabaja el artesano Juan Luis González. Con solo veinticuatro años, este joven gallardero ya lleva siete años dando puntadas. Empezó casi por casualidad, cuando en su cofradía almeriense, la Hermandad del Silencio, le propusieron arreglar un simpecado. Así, un grupo de tres jóvenes, cofrades y apasionados de la Semana Santa, empezaron a bordar junto a Miguel Ángel Plaza, autor de diferentes obras para hermandades de Almería.

Poco a poco fueron llegando nuevos proyectos. Primero una saya, luego un banderín y, sin darse apenas cuenta, empezó su carrera como bordador. Este joven artesano estudió Bachiller de Artes y después decidió formarse en la que es su pasión. Primero con Juan Rosales, vestidor y bordador almeriense, del que aprendió ambas artes. Después pasó un año entero en Granada, de aprendiz del prestigioso artesano Juan Spitzley Vílchez y ha realizado diferentes cursos en Málaga y Sevilla.

No es muy habitual que un chico de su edad se dedique a esta labor centenaria, pero para Juan Luis González es mucho más que un trabajo. Su amor por el mundo cofrade se fraguó desde bien pequeño: "Desde los cinco años soy hermano del Santo Cristo del Perdón de Almería", relata el joven artesano.

Su primer trabajo importante fue la restauración de los escapularios de la Virgen del Carmen de Los Gallardos -de ahí el nombre con el que bautizó a su taller-. Después, de sus manos han salido multitud de trabajos, como dos túnicas para el niño Jesús de la Virgen del Carmen de Almería, una toca de sobremanto para la Virgen de la Redención de Albox o la restauración de la capa de san Juan de Pliego (Murcia), por citar solo algunos ejemplos.

Un simple vistazo a su taller deja a las claras que no le falta el trabajo. Sobre los caballetes se le acumulan telas tensadas con bordados casi acabados, y otros que apenas acaba de comenzar. Una saya por aquí, unos respirados allá o un bordado del siglo XVIII, que espera para formar parte de un terno de capilla, ocupan el local. Sobre las paredes, algunos trabajos a los que les faltan los retoques finales. Allí pasa las horas, convirtiendo los dibujos que le envían desde Sevilla y Málaga artistas como Antonio Roldán o Salvador de los Reyes en bellos grabados de oro o plata.

En una pequeña caja de madera guarda con cuidado los valiosos carretes de los diferentes tipo de hilo: torzal, peñasquillo, brescado, hojilla, aguas o canutillo, palabras que, para el resto son desconocidas, pero que forman parte de la jerga del bordador. Una vez seleccionado el material que corresponda, el artesano se sienta delante de la tela tensa, con aguja y dedal en las manos. "Hay dos tipos de bordado, en oro y aplicación", explica. "En el de oro se usan diferentes puntos, como el cetillo, media onda, mosqueta, puntita o la hojilla, que es el más laborioso de todos".

Pero, Juan Luis González no solo elabora las ropas que portan vírgenes y santos, sino que también los viste. En 2010 se convertió en el vestidor de la Hermandad de San Juan Evangelista de Vera. Además, en esta cofradía forma parte de un taller de bordado en el que, junto a un grupo de unas doce mujeres, ha confeccionado túnicas y estandartes para sus hermanos.

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