Andalucía

Un marroquí mata a martillazos a su pareja y al hijo de ésta en Roquetas

  • Se entregó en una Comisaría de Cornellà de Llobregat · La víctima no había presentado denuncia alguna por malos tratos · Los agentes encontraron los cuerpos destrozados a golpes

El apartamento 19 del sexto piso del portal número 5, de un bloque con casi dos centenares de viviendas, con gran número de ellas vacías de la calle Rosita Ferrer era un escenario dantesco. En el suelo, los cadáveres de C. T., de 46 años de edad y su hijo A. M. C., de 22 años, ambos españoles. Unas horas antes, un hombre de nacionalidad marroquí y de 36 años, entró en una comisaría de la localidad catalana de Cornellà de Llobregat. Declaró a los agentes que había tenido una discusión con la mujer con la que mantenía relaciones a mil kilómetros de distancia. Un grupo de agentes de la Policía Científica y Judicial de Almería comprobaron que no mentía.

El detenido ha reconocido que sobre las ocho de la tarde del pasado jueves comenzó la discusión que él acabó a golpes. A poca distancia, un martillo ensangrentado daba cuenta del arma utilizada para cometer un crimen con una violencia extrema. Las heridas eran incontables y habrá que esperar a la autopsia para conocer con exactitud su número.

El primer caso de violencia de género en la provincia de Almería en lo que llevamos de año, será también recordado como uno de los más extraños. Al parecer, según apuntan los primeros datos de la investigación, el inculpado del crimen mató a ambos en jueves, se dirigió a la localidad catalana desde donde llegaron a Roquetas de Mar y allí se entregó a la policía. El comportamiento no casa con el de un delincuente habitual, con un método de actuación definido, si no el de alguien que ha cometido un hecho del que siente remordimientos pocas horas después de cometerlo. 

Los vecinos creen que la familia llevaba poco tiempo en la vivienda, porque se trata de un edificio con una veintena de casas por planta y muy transitado por moradores muchas veces ocasionales. Hay un continuo cambio de inquilinos en el bloque, de nueva construcción, con nueve ascensores, seis pisos y áticos. "Creo que ahí vivía un muchacho joven antes y llevaban poco tiempo", dice una vecina que reconoce que nunca les había visto pese a vivir frente a ellos. "No escuché nada, excepto anoche a la policía, supongo que bajando los cuerpos e investigando".

"Supongo que son unos inquilinos que llevan poco tiempo, porque yo no los conocía", reconoce Manuel, responsable de la comunidad de vecinos, que vive tres pisos más abajo y que incluso pregunta a los medios de comunicación si sabían la nacionalidad de las víctimas, prueba de la zona de tránsito en que se ha convertido el bloque, especialmente en verano. "El tránsito de personas que están unos meses, se van y vienen otros, es exagerado. Muchas veces ni el propietario sabe a quién ha alquilado la casa, porque se ha hecho desde una agencia en otra provincia, ingresan el dinero y el dueño no sabe ni quién tiene allí". 

En la última reunión de la comunidad de vecinos el 80% del tiempo se habló de los temas de seguridad y se decretó una cuota extraordinaria para instalar el circuito de vídeo vigilancia. "Desde entonces se nota mucho el descenso del vandalismo", reconoce. En aquella trágica ocasión anterior de 2009 fueron también inquilinos temporales los protagonistas del incidente que acabó con la vida de uno de ellos, recordando Manuel que entonces "habían bebido, se emborracharon, se pelearon, sacaron un cuchillo y uno murió". 

La historia ha vuelto a llamar a la puerta de la misma comunidad de vecinos.

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