Córdoba-almería · la crónica

Samba en El Arcángel (1-2)

  • El Almería remonta en Córdoba gracias a una mañana inspirada de sus jugadores brasileños. Wellington Silva da dos grandes asistencias culminadas por Michel con clase y oportunismo.

Lo que es el fútbol. Si a cualquier aficionado unionista le hubiesen cuestionado al descanso por el devenir del partido en Córdoba, la mayoría hubiera apuntado a una goleada como en Cornellá. Muchos de ellos incluso se habrían prestado a apostar contra sus colores para sacarse unos euros. La tostada con la que los rojiblancos saltaron al campo hacía presagiar otro naufragio, esta vez ante un rival directo con el gol average particular en liza. 

Lo que es el fútbol. El Córdoba se ha reforzado hasta los dientes y al Almería, que se limitó a cambiar cromos en el mercado invernal, le bastó y sobró para apuntarse los tres puntos gracias a la repentina explosión de la conexión brasileña, esa que Juan Ignacio Martínez vio nada más aterrizar en el banquillo. 

Lo que es el fútbol. La mañana apuntaba trágica, sin ideas en la media, con Thievy intentando hacer la guerra por su cuenta en punta completamente desasistido y con el ataque cordobesista enchufado. Pintaban bastos aunque la primera ocasión del duelo estuvo en las botas de Wellington Silva, que cruzó en exceso tras recibir de Thievy en una buena incursión por banda del congoleño. El Almería daba el primer susto, pero el árbitro iba a encargarse de conceder una innecesaria ayuda a los locales. 

Así es el fútbol. Un claro y limpio robo de balón a Edimar en la frontal del área lo convertía el silbato de Martínez Munuera en un peligroso libre directo. De nada sirvieron las protestas de Corona. La zurda de Cartabia completó la injusticia alojando el balón donde un palo se junta con otro, la conocida cruceta, un ángulo al que ni los enormes brazos de Julián son capaces de llegar. 

El guante de Cartabia salía a relucir poco después con un saque de esquina cabeceado por Florin al larguero ante la dubitativa salida del meta granadino, demasiado timorato para despejar de puños pese a sus dos metros de la planta a la coronilla. 

El Córdoba se iba gustando mientras el Almería se desquiciaba sin encontrar el camino, excesivamente volcado en las galopadas sin rumbo de Édgar y en las peleas contra el mundo de Thievy. Lo mejor fue aguantar el 1-0 al descanso, pese a los intentos del rumano Florin por rematar todo el flujo ofensivo que los locales generaban con Ghilas y Bebé por ambas bandas. 

Y lo que es el fútbol. Quince minutos en la caseta y cinco posteriores sobre el campo bastaron para darle la vuelta al partido como a un calcetín. Según revelaría después Juan Ignacio Martínez, el único truco fue mirarse todos a la cara. Ni más ni menos. Tan sencillo como eficaz. 

Decirse las verdades del barquero a la jeta provocó que nada más reanudarse el encuentro Soriano ya dispusiera de un gol anulado porque el balón había salido previamente por la línea de fondo en la galopada de Thievy, que una vez más se marchó con pasmosa facilidad de su par para aprovechar un rápido saque de falta. 

Acto seguido la parroquia califal pedía un penalti de Dubarbier por manos involuntarias, mientras Thievy sacaba el codo a paseo ante Crespo para ver la cartulina amarilla, pidiéndole Corona que rebajase las revoluciones como buen capitán que cuida del rebaño. 

En esas andaba la cosa cuando a los dos cariocas del Almería les dio por bailar samba como si estuvieran en la playa de Copacabana, en su Río de Janeiro natal. Wellington Silva dibujó un pase milimétrico al hueco por donde percutía Michel, que controló con la diestra y sacó el cañón zurdo para fusilar a Juan Carlos, dejando el travesaño temblando por la violencia del golpeo. 

Y lo que es el fútbol. En un círculo virtuoso de cinco minutos, como el que dice el Gobierno que anda instalado la economía española, el Almería iba a completar la remontada gracias de nuevo a la conexión brasileña. Esta vez Silva lanzó una 'banana' al segundo palo, donde Michel se anticipó a su marcador para cabecear a la red. 

En la recta final el árbitro aún se inventó un libre indirecto en el área para el Córdoba y le escatimó un posible penalti de Thomas sobre Cartabia. Michel, atleta de Cristo, se lo agradecía al cielo.

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