Olimpismo

25 años de los Juegos que lo cambiaron todo

  • La cita olímpica del 92 marcó un antes y un después tanto en Barcelona como en todo el deporte español

En época de elefantes blancos y crisis del olimpismo, el COI seguramente recuerde hoy con añoranza el vigésimo quinto aniversario del inicio de los Juegos de Barcelona 1992, un evento que marcó un antes y un después en la ciudad y en el deporte español.

Sigue siendo extrañanamente el último mega-acontecimiento deportivo que albergó España después de las tres candidaturas fallidas de Madrid para organizar los Juegos Olímpicos y la derrota en la postulación conjunta con Portugal para el Mundial de fútbol de 2018.

Un país con la infraestructura y la potencia deportiva de España no volvió a organizar unos Juegos Olímpicos ni un Mundial de fútbol. Ni siquiera una Eurocopa. Sin embargo, los efectos de Barcelona 1992 aún se sienten.

En lo deportivo, España pudo dar un salto e incrementar exponencialmente su cosecha de medallas. Los 13 oros y 22 preseas de 1992 siguen siendo un récord probablemente insuperable, pero el cambio a partir de entonces fue notable. Hasta Barcelona, España nunca había ganado más de un oro en unos mismos Juegos Olímpicos, pero entre Atlanta 1996 y Río 2016 se lograron 26, un promedio de casi cinco oros por evento. Y de las cuatro medallas totales de Seúl 1988 se pasaron a las 17 de Río.

Todo bajo la tutela del poderoso Juan Antonio Samaranch, quien presidió el Comité Olímpico Internacional (COI) entre 1980 y 2001 y fue el gran artífice de llevar los Juegos a su Barcelona natal.

El boom, sin embargo, fue mucho más allá del olimpismo. De la mano de los grandes éxitos en ciclismo, tenis, fútbol, baloncesto y Fórmula 1, el deporte español saltó a las primeras planas. Para ello fue vital la fuerte inversión económica, la creación de un sistema de becas y la llegada de entrenadores extranjeros. Pero también el cambio de mentalidad y la aparición de nuevas generaciones llenas de talento. Junto a los éxitos llegaron también los millones y los desmanejos directivos, como muestra la reciente detención del jefe del fútbol español, Ángel María Villar, aunque esa es ya otra historia.

Para cualquier español de más de 30 años, la ceremonia inaugural del 25 de julio de 1992 en el Estadio Olímpico de Montjuïc, con la flecha del arquero Antonio Rebollo que encendió la llama como clímax, aún sigue muy viva en la retina. Desde Barcelona, España lanzó un "Hola" gigante al mundo y se coló de forma activa en la escena mundial.

Hoy, 25 años después, se espera que la antorcha y la bandera olímpica bajen de la montaña de Montjuïc y recorran las calles hasta llegar a la Plaza de Cataluña. En simultáneo, el pebetero del estadio olímpico volverá a ser encendido como hace un cuarto de siglo.

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