Deportes

Una herencia tóxica

  • El nuevo técnico tendrá que lidiar con la brecha social y la deportiva

Pepe Morales, entrenador nacional, y Sergio Pardo, preparador físico.

Pepe Morales, entrenador nacional, y Sergio Pardo, preparador físico. / rafael gonzález

La destitución de Fernando Soriano deja tras de sí un rastro de tierra quemada que a su sustituto no le va a poner las cosas nada fáciles. El maño, con la aquiescencia del presidente al no limitar su poder de decisión, deja una herencia envenenada a nivel social en forma de fractura con la grada nunca antes vivida, pero también deportiva, con el equipo colista a 4 puntos de la permanencia. Por si eso fuera poco, el impuesto de sucesiones que deberá abonar el nuevo inquilino del banquillo ante la toxicidad de la herencia apunta a un vestuario en el que no todos reman en la misma dirección, que para colmo se envejeció durante el mercado invernal.

Nunca en los 16 años de historia de la UD Almería un entrenador suscitó entre abonados y simpatizantes el grado de hartazgo, antipatía y hastío que ha despertado Soriano entre los seguidores rojiblancos. La primera labor del nuevo técnico, por tanto, sería intentar recuperar a la afición para la causa, una grada a la que no le hacen falta demasiados agasajos para venirse arriba, pero que sí demanda ser tratada con madurez y honestidad.

El regalo envenenado de Soriano al sucesor tiene nombre y apellidos: 14 derrotas en 27 partidos o, dicho de otro modo, el mismo número de partidos perdidos que toda la temporada anterior, cuando por el banquillo desfilaron cinco entrenadores distintos y se salvó la categoría en el último suspiro.

Una cosa, la pésima trayectoria deportiva, conduce irremediablemente a la otra, que el margen de error es mínimo. Con 25 puntos sumados en 27 jornadas, el futuro entrenador sabe que deberá sumar otros 25 en solo 15 jornadas (12 menos) para alcanzar la cifra mágica de los 50 puntos, que suele garantizar la salvación en Segunda. En el Mediterráneo restan 8 partidos, 24 puntos en liza.

La 'limpia' acontecida durante el mercado invernal afectó a jugadores que venían del B como José Ángel o Iván Sánchez y otras apuestas del club como Iago Díaz y Chuli, todos ellos veinteañeros. En su lugar llegaron Sereno, Motta, Borja o Kalu, que en todos los casos rebasan la treintena. Una decena de los 24 miembros del plantel superan los 30 años.

Lo que más pavor puede inferir a los aficionados y al próximo técnico es el estado depresivo en el que el propio Alfonso García confesó hallarse sumido tras la derrota frente al UCAM. Si el que dirige las operaciones da síntomas de flaqueza no es el mejor mensaje para iniciar la necesaria remontada.

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