Tiene este Almería de Lillo un plan de juego que no traviste ni aunque pinten bastos. Ayer el Atlético se lo puso todo cuesta arriba pero los almerienses no desistieron en ningún momento de tratar de sacar el balón jugado desde las inmediaciones de Alves.

Optó Lillo de inicio por Borzani de forma sorpresiva y si el equipo mantuvo el tipo a nivel defensivo también se echaron en falta las incursiones ofensivas de Bernardello cuando está sobre el campo, ese aire atrevido que se gasta el ex de Newell's.

El resultado fue un Almería más romo en ataque pese a que la línea de definición fuera la de las grandes citas, salvo el lesionado Corona. Probaron los rojiblancos los nervios de Asenjo en los primeros minutos, pero un disparo de Goitom a pase de Crusat y otro posterior de Piatti en una falta botada por Cisma los repelió el meta.

Fueron las mejores ocasiones de los locales en un primer período escasamente combativo por ambas partes. El Atlético, con el Kun Agüero en el banquillo aguardando su oportunidad en el segundo acto (Quique se decantó por Jurado junto a Forlán), lo confió todo a los lanzamientos desde fuera del área.

Así, Jurado, Forlán o Reyes probaron los reflejos de Diego Alves y en todos los casos se toparon con la buena respuesta del goleiro brasileño. Tal vez el delantero charrúa fue el que más cerca de los tres estuvo del gol con sendos remates, en esta ocasión dentro del área: el primero salió desviado y el segundo lo desvió Alves.

Con más ruido que nueces enfilaron rojiblancos y colchoneros el camino de vestuarios. Las hostilidades se desataron en firme durante el segundo tiempo.

El fogueo anterior derivaba en pólvora y las ocasiones se sucedieron sin cesar en una y otra portería. El portugués Tiago rozó el 0-1 con un remate de cabeza, al que respondió Chico con un testarazo al larguero.

Acto seguido serían Reyes y Forlán quienes tomaran la iniciativa. Al sevillano Alves le sacó un balón de la escuadra, mientras que Chico rebañó en la línea el tanto que ya cantaba el uruguayo.

Eran los mejores minutos de los atléticos, que sigueron volcados en la portería almeriense pero sin efectividad, tal y como se encargaron de demostrar nuevamente el propio Forlán en una doble ocasión en la que volvió a toparse con Alves y Tiago con un zapatazo al travesaño.

En la recta final del partido el Almería se sacudió el poso de complejo que atenazaba su definición y se lanzó a por el triunfo. El recién incorporado Ortiz Bernal levantó a la grada con un cabezazo cercano a la cruceta, pero fue Piatti quien dejó afónico a más de uno. El argentino recogió un balón muerto en el área tras un centro de Cisma que a su vez procedía de una acción en la que Soriano había rematado al muñeco. Y Piatti marcó. Ese gol valía 26 puntos. Ese gol, vale un mundo.