Con tres jornadas por delante y varios enfrentamientos entre los equipos que se encuentran en el furgón de cola, aún resulta incierto vaticinar qué puntuación será necesaria para establecer el corte de la permanencia en el presente curso, pero los últimos resultados, sin que nadie baje el pie del acelerador ni dé su brazo a torcer, apuntan a que la salvación este curso va a estar más cara de lo habitual.

Por lo común 47 puntos han sido suficientes para certificar un año más en el fútbol profesional. Así sucedió en 2003 (cuando solo bajaban tres equipos), repitiéndose en 2004, 2005, 2006 y 2011. Ferrol, Leganés, Córdoba, Lleida y Salamanca perdieron entonces la categoría de plata al sumar solo 46, un punto más de los que cuentan los rojiblancos en la actualidad.

La permanencia más barata data de la campaña 2014-2015, cuando el Osasuna esquivó la Segunda B con apenas 45 puntos (cayó el Racing de Santander con 44), si bien en la 2011-2012 el Cartagena tomó el camino de la división de bronce con solo 40 puntos en su haber, aunque su antecesor inmediato, el Sabadell, se salvó con 46.

Hasta la fecha, y tomando como punto de partida el primer curso de la UDA en la LFP en la 2002-2003 (ante sería absurdo remontarse ya que descendían tres en lugar de cuatro e incluso la puntuación por victoria era menor que en la actualidad), la permanencia más cara se dio en los años 2006, 2007 y 2010, cuando Tenerife, Las Palmas y Nástic necesitaron 51 puntos para eludir el pozo, cayendo el Cádiz en 2010 habiendo conseguido los 50 puntos.

Repasando los antecedentes parece obvio que si quiere evitar agobios o disgustos inesperados al Almería le va a tocar ganar sí o sí los dos partidos que le restan en casa ante un Mirandés que se jugará su último cartucho y un Reus ya salvado matemáticamente. Proyectarse a los 51 puntos en su feudo para no tener que depender de rascar algo contra un Getafe que podría no tener aún garantizado el tercer puesto.