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La selección visualiza el gran premio en la final de waterpolo

Yoga, actividades grupales, muchas sesiones de piscina y de vídeo, todo ello encaminado a visualizar el gran premio, un objetivo que persigue la selección femenina, que jugará su segunda final en un Mundial, esta vez ante la todopoderosa Estados Unidos.

El equipo de Miki Oca, con cuatro incorporaciones y dos bajas por estrés (Maica García y Tarragó), volverá a una final después de tres años de la última, curiosamente un partido que se jugó en la piscina de la isla Margarita, una de las cunas del waterpolo mundial, donde España se llevó el oro Europeo en 2014.

España juega contra el favoritismo de las estadounidenses, campeonas de todo, y que no pierden un partido en una gran competición desde el Mundial de Kazán de 2015, una derrota intrascendente ante Italia.

Y para darle la vuelta a la lógica, España ha vuelto a darle una vuelta de tuerca a su estilo, a ese gen de equipo luchador incansable que le ha llevado a ganar un Mundial (2013), una plata olímpica (2012) y el Europeo de 2014.

Defensa, anticipación, pero también creer en que el objetivo es posible. Ahí entra la psicología positiva, la visualización del éxito, a veces por medio del recuerdo de éxitos pasados, otras a través de lo que el deportista piensa que puede conseguir.

Oca es quien lleva la batuta en el plano deportivo y también en el ámbito emocional. Y las jugadoras de Oca creen en efecto que pueden dar la sorpresa.

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