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Los vecinos se vuelcan con la clausura de sus fiestas

  • Las calles estaban repletas de gente que esperaba con ilusión el paso del desfile

Da igual la edad, la raza, el sexo, en qué se trabaje o qué se estudie. Las fiestas de Moros y Cristianos de Mojácar se convierten cada año en el símbolo de la integración, de la multiculturalidad y de la hospitalidad. Los vecinos se vuelcan cada año en unas fiestas que poco a poco se van haciendo famosas en toda España. Y no es para menos, ya que son un auténtico espectáculo de color y música.

Desde pequeños, los mojaqueros ya son llevados por sus padres a presenciar el desfile que pone el punto y final a las fiestas (aunque algunos no puedan evitar el cansancio y se queden dormidos en los brazos de éstos). Ya tendrán tiempo de saborearlas cuando sean más mayores.

Cualquier lugar era bueno el domingo para no perder detalle del espectáculo. Algunos privilegiados disfrutaron de la cabalgata, que comenzó a las 19:00 horas, desde sus balcones; sin embargo, la gran mayoría de los mojaqueros y de los turistas tomaron la calle para despedir por todo lo alto los festejos. Hubo quien incluso se animó a bailar al ritmo de la música que acompañaba al bando moro y al bando cristiano por las calles de la localidad, quienes derrochaban elegancia con sus vestimentas.

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